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Los que enviudan se encierran durante un mes, y renuncian á montar á caballo miéntras permanecen viudos, temerosos de espantar al ganado.

Mientras que los dos amigos esperan delante de la casa de Justina la respuesta decisiva que ha de traerles, se descuelga del balcón de la casa el Demonio para manchar la reputación de Justina, y, en efecto, lo consigue, en cuanto Floro y Lelio conciben sospechas de su conducta, y renuncian á ella.

Concierta, pues, con su dama Porcia que finja ser la Duquesa. Tres pretendientes, en virtud de esta treta, renuncian á sus pretensiones descubriendo su propósito; pero el cuarto, llamado Fadrique, adivina el plan, se consagra á enamorar á la supuesta Duquesa, y lo consigue plenamente.

Hay, pues, una oposición fundamental, perfectamente caracterizada desde 1864 por el Syllabus de Pío IX, entre la manera cómo entienden concurrir al progreso los albañiles del templo de la justicia, que, prescindiendo de las diferencias de raza, nacionalidad, color, condición social y opinión política o religiosa, trabajan para ensanchar la libertad, la igualdad y la fraternidad humanas, y la manera cómo entienden servir a Dios los hombres y las mujeres que renuncian al esfuerzo, al pensamiento y la acción, y se confinan en la pasividad y la esterilidad voluntarias de la oración, la penitencia y la humillación, en este mundo de los vivos, para ser recompensados en el de los muertos.

El menor estudio les produce neuralgias, y así renuncian los pobrecitos a la adquisición de todo tesoro intelectual, que es el tesoro de los tesoros, prefiriendo el otro, el tesoro amonedado de papá, para derrocharlo en forma dispendiosa en los clubs, en las carreras, en otras cosas peores aún, y acabar, a la postre, siendo unos desdichados. ¿Qué serán éstos mocitos cuando lleguen a viejos?

Cuando los dos ejércitos enemigos están á punto de venir á las manos, se presenta Elena disfrazada, y ofrece entregar á los dos padres sus respectivos hijos si renuncian á pelear, y convienen en el enlace del heredero del trono de Aragón con la infanta de Castilla. Acéptanse naturalmente sus proposiciones; descúbrese ella entonces, y presenta al Príncipe vivo y sano.

¿Y dónde me dejan ustedes el amor al estudio y la pasión por las artes? interumpió la Roubinet. En nuestra época hay muchas jóvenes que prescinden del matrimonio para seguir esa vía privilegiada. ¡Bah! dijo la abuela. ¿Son las jóvenes sabias y las artistas en flor las que renuncian al matrimonio, o es el matrimonio el que no las quiere?