United States or Democratic Republic of the Congo ? Vote for the TOP Country of the Week !


La mujer, al empezar a vivir, al iniciarse en la sociedad, más que enamorarse, lo que desea es enamorar. La mayor ambición de una señorita consiste en inspirar amor. No se resigna a pasar inadvertida. De ahí que trate más de ser ella interesante que de ver quién podría ser interesante para ella. He ahí un egoísmo que, profundamente analizado, resulta una generosidad.

Capítulo XIV. Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque Entre muchas razones que pasaron don Quijote y el Caballero de la Selva, dice la historia que el del Bosque dijo a don Quijote: -Finalmente, señor caballero, quiero que sepáis que mi destino, o, por mejor decir, mi elección, me trujo a enamorar de la sin par Casildea de Vandalia.

Indagaba con febril examen las causas recónditas del agradar, y no pudiendo conseguir cosa de provecho en el terreno físico, escudriñaba el mundo moral para pedirle su remedio. Imaginó enamorar a su esposa por medios espirituales. Hallábase dispuesto, él que ya era bueno, a ser santo, y hacía estudio de lo que a su mujer le era grato en el orden del sentimiento para realizarlo como pudiera.

¿Os ofende? Me estáis enamorando. ¿Y hago mal suponiendo que eso sea? Eso lo sabréis vos. ¡Cómo! ¿que yo sabré si hago mal en enamoraros? , porque vos sabréis con cuánta lealtad, con cuánta razón podéis enamorar á una mujer á quien hace media hora que conocéis. La soledad tiene la culpa... Llamaré compañía... No; más bien si os desagrada mi atrevimiento, me iré yo.

Nunca, sin embargo, ni el Conde había pensado en enamorar a Rosita ni ésta en enamorar al Conde.

Yo no prometo premios en pago de obediencias: lo que quiero significar es que de seguir V. ciertos consejos míos se ha de alcanzar naturalmente lo que de otra suerte se malogrará acaso, con gran pesar de todos. Aclare V. su pensamiento, dijo D. Carlos. Quiero decir prosiguió D. Fadrique, que este modo que tiene V. de enamorar á Clarita no va, días hace, por buen camino.

Enfrente don Víctor, un poco alegre, fingía enamorar a Visitación y recitaba versos de sus poetas adorados y repetía hasta parecer un martillo: ¿Qué delito cometí para odiarme, ingrata fiera? quiera Dios... pero no quiera que te quiero más que a . Por Dios y por las once mil... cállese usted, Quintanar decía la Marquesa.

Todo se le podía perdonar, menos aquel capricho desatinado de enamorar a la hija de Gregoria, que le despreciaba hasta el punto de no haberle jamás dirigido la palabra, como que le dejó en mantillas... y hasta la fecha. Pero él no entendía de razones. Era un muchacha que no tenía pies ni cabeza. ¿Sabes a qué hora llegó anoche?... hoy, mejor dicho: ¡a las tres y treinta y cinco!

Dijo y echó a andar hacia la puerta. ¡Pepe! ¡Pepe! gritó María, desgarrando su pañuelo entre sus dedos agarrotados. Llama al demonio le respondió irónicamente Pepe Vera. ¡Pepe! ¡Pepe!, ten presente lo que voy a decirte. Si te vas con la Lucía, me dejo enamorar por el duque. ¿A que no te atreves? respondió Pepe, dando algunos pasos atrás. ¡A todo me atrevo yo por vengarme!

Si imaginamos vivos, y no de mármol, sino de carne, á la Venus y al Apolo, hombres y mujeres los contemplarán con pasmo y se podrán enamorar de ellos; pero sería grosero no ver en tanta animada hermosura sino un instrumento de material deleite.