United States or Cook Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Si bien es verdad que hemos de familiarizarnos con las abstracciones de la razón y con conceptos generales metafísicos, no por eso deja de maravillarnos y de compensar nuestro trabajo, la fuerza creadora que infunde todos los rasgos personales y la vida individual en cosas no reales, no siendo menos sorprendente el arte, que se ostenta en la composición dramática en el terreno de lo sobrenatural, y con personajes alegóricos y simbólicos logra producir una fábula ó acción, estrechamente enlazada en su conjunto, que no sólo mueve nuestro interés, sino que hasta excita y satisface nuestra curiosidad.

En este momento se encienden los faroles de la gran plaza, cuyo centro ocupa este gigantesco panteon histórico, y la luna aparece á poco, entre nubes ligeras, por detrás de los árboles de las Tullerías, de las fuentes y del obelisco de la plaza de la Concordia. La fachada principal del arco está decorada por dos trofeos simbólicos: el uno representa la partida, y el otro la vuelta del ejército.

Sobre la puerta estaba el escudo de armas, de piedra también, donde figuraban leones y perros, calderas, barcos y castillos y multitud de monstruos y de otros objetos simbólicos que para los versados en la utilísima ciencia del blasón daban claro testimonio de su antigüedad y sublimidad de su prosapia.

Numa Pompilio, Egeria, no son más que nombres simbólicos que resumen todo un período de la historia del pueblo romano, lo mismo que la de toda sociedad naciente: á las ninfas, ó, por mejor decir, á las fuentes; á los bosques, á los montes deben los hombres la inspiración de sus costumbres y sus leyes en el origen de la civilización.

Sentados ambos después en blandos cojines, comieron juntos, sobre anchas hojas de plátano, butiro fresco extendido en leves y esponjadas tortas de flor de harina, y miel de azahar a la postre: manjares simbólicos de iniciación en los misterios orientales, para aprender a reprobar lo malo y a elegir lo bueno. En el centro del pandal se levantaba el ara, donde había algunas brasas.

Las estatuas aplastadas sobre los muros se multiplican, aparecen en filas, en series, en ciclos sin fin, y son todas rígidas, tiesas retratando en sus semblantes el fastidio del Limbo ó la placidez del Paraíso. Alternan con ellas los seres simbólicos creados por la estatuaria cristiana, y que parecen engendro sacrílego del paganismo y la teología.

La Virgen estaba ya de nuevo ocupando su camarín en el altar mayor, cuyo retablo, todo de madera tallada y dorada, subía hasta la cumbre del ábside, y era caprichoso y atrevido desate del estilo churrigueresco: complicado laberinto de retorcidos tallos, colosal hojarasca, frutas, armas, monstruos simbólicos y rosetones, por los cuales asomaban sus infantiles y aladas cabezas los ángeles y los serafines.

En 1895, y sobre el escenario de la Renaissance, estrenó Sara Bernhardt «La princesa lejana». Son cuatro actos brumosos y tristes, vagamente simbólicos, escritos sin duda bajo la turbia luz de las literaturas septentrionales, entonces en auge. No obstante, el verbo conciso y diáfano, con limpidez meridiana, del excelso poeta latino, derramaba sobre las vaguedades del conjunto relieves preciosos.

Con toda propiedad, estos dramas pueden, pues, llamarse simbólicos.

Neptuno, gran personaje en las logias, que, despojado del tridente, la corona de algas y los simbólicos tres puntos, quedaba reducido en la vida ordinaria a un don Francisco Javier Pérez Cueto, fabricante de almidón en uno de los arrabales de la corte, entidad perfectamente desconocida para todo el mundo, tras de la cual, según opinión de algunos, ocultábase cierto personaje famoso que vivió y murió haciendo ruido.