United States or New Zealand ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cada peldaño tenía su historia, y la pollería y el cuarto entresuelo y después el segundo tenían ese revestimiento de una capa espiritual que es propio de los lugares consagrados por la religión o por la vida. «¡Las vueltas del mundo! decía dando las de la escalera y venciendo con fatiga los peldaños . ¡Quién me había de decir que pararía aquí otra vez!... Ahora es cuando conozco que, aunque poco, algo se me ha pegado el señorío.

La misa de doce es la más concurrida; a ella van, las muchachas en privanza, muy emperejiladas y lindas, y en el atrio de la Parroquia, bajo los fresnos y los ahuehuetes, se reune la flor y nata de la pollería villaverdina. Visité a don Román, el cual se mostró muy afable y cariñoso con su discípulo.

Me lo ha dicho la portera y lo sabe toda la calle. Antonio es quien sostiene los gastos de la casa; pero cuando él no está entran como visitas los corredores jóvenes, toda la pollería de la Bolsa, que se burla de mi marido. ¡Ay, Señor, qué vergüenza! ¡Y ese hombre tan satisfecho y tan tranquilo, sin acordarse de que tiene mujer y un hijo y que su nombre es muy respetado en la plaza...!

Había resuelto Fortunata, de acuerdo con su tía Segunda, albergarse en la casa de esta, que vivía otra vez en la Cava. Allá se encaminó desde la calle de Don Pedro, y antes de entrar en el portal de la pollería, el mismo portal y el mismo edificio donde tuvo principio la historia de sus desdichas, una vecina le dijo que Segunda estaba en el puesto de la plazuela, comiendo con unas amigas.

Mejor haría el ciudadano Calleja en acordarse de los diez y nueve reales que le prestó mi primo, el que tiene la pollería en la calle Mayor; reales que le ha pagado como mi abuela. Vamos, que y el pollero sois los dos del mismo estambre. , y acuérdese de la guitarrilla que le robó á Perico Sardina el día de la merienda en Migas Calientes.

Mejor harían en darse una vueltecita alrededor de ellas mismas, pues no es muy chic ir siempre a los bailes con el mismo dominó blanco, de modo que al entrar con la careta puesta, toda la pollería gritaba: «¡Ya están ahí las de LópezAparte de estos disgustos colectivos, las dos niñas los sufrían también particularmente.