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Fatigado por su trabajo de la mañana, mecido por el rodar del carruaje, se abandonaba a una soñolienta contemplación en que las imágenes percibidas despertaban en su espíritu vagos recuerdos.

Este concepto lo presenta incompleto ó mas bien falso; nos ofrece el pensamiento como un conjunto de las representaciones, cuando deberia ofrecérnosle como un punto simplicísimo en que las representaciones se reunen para ser percibidas en la relacion que entre tienen.

Lázaro confiaba á las profundidades de la noche el gran vértigo que sentía dentro de ; no dormía, porque una serie interminable y rapidísima de razonamientos confusos, mezclados con imágenes vagamente percibidas, le sostenían en vigilia invencible y dolorosa. El día volvía á darles esperanza, la tarde venía á unirlos, el anochecer volvía á entristecerlos. Así se acercaba el día funesto.

Si á estas representaciones se les señala un punto de reunion, esto es, la relacion bajo la cual son percibidas, tendremos ya pensamiento; pero ¿qué semejanza hay entre este acto uno, simplicísimo, y la totalidad de muchos puntos que se mueven?

Dejemos hablar al mismo filósofo, pues bastarán sus propias palabras para condenar su opinion y descubrirnos la incertidumbre con que la profesaba, ó la oscuridad que en ella padecia. «La idea de la extension supone la percepcion de muchas cosas unas fuera de otras; esta percepcion no podemos negarla á la estatua, pues que siente que se repite fuera de misma tantas veces como hay colores que la modifican; mientras es lo encarnado, se siente fuera de lo verde: mientras es lo verde, se siente fuera de lo encarnado; y así de lo demásCualquiera creeria que conforme á estos principios, Condillac iba á establecer que la vista nos da idea de la extension, pues que nos hace percibir las cosas, unas fuera de las otras, en lo que segun el mismo autor, consiste precisamente la idea de la extension; pero muy al contrario, Condillac, lejos de proseguir por el verdadero camino, se extravía lastimosamente, y á mas de ponerse en desacuerdo con los principios que acaba de asentar, altera notablemente el estado de la cuestion y continúa: «mas para tener la idea distinta y precisa de una magnitud, es necesario ver como las cosas percibidas unas fuera de otras, se ligan, se terminan mutuamente, y como todas juntas tienen límites que las circunscribenEsto, repito, es alterar el estado de la cuestion: no se trata por ahora de una idea distinta y precisa, sino solamente de una idea.

No se ha supuesto nunca que la presencia del alma baste para la percepcion; solo se ha dicho que esta presencia es necesaria para que el alma perciba: si el alma no estuviese presente á las imágenes de las cosas percibidas, no podria percibirlas; pero su presencia no basta, si ella no es una sustancia viviente.

Así, Ariosto, por ejemplo, no sería por su afición á lo moral y á lo decente, sino por estas reglas de estética, más ó menos reflexiva ó irreflexivamente percibidas, por lo que no cuenta con circunstancias íntimas lo que pasa entre Angélica y Medoro; pero cuando quiere dar en lo grotesco y provocar á risa, lo cuenta todo sin aprensión.

Los individuos de la Comisión me expusieron que los españoles les habían recomendado dijeran que venían de motu propio, sin misión concreta ni excitación de los autoridades españolas, figurando ser fieles intérpretes de todos los vecinos de Manila, pero que aseguráran que con tal de que se aceptara la autonomía, el General Agustin y el arzobispo Nozaleda me reconocerían el empleo de General y los de mis compañeros, dándome un millón de pesos, las indemnizaciones no percibidas del pacto de Biak-na-bató, y un buen puesto con gran sueldo en la Asamblea de Representantes, promesas á las que los mismos comisionados no prestaban crédito aunque algunos opinaban, que debía recibirse el dinero para restarlo de la caja del Gobierno español y como procedente de la contribución de los filipinos.

El espacio vacío no es un atributo sin sujeto, pues que no entendemos un espacio donde no haya nada, sino un espacio sin cuerpos. Dios está ciertamente presente en todo el espacio vacío; y quizás hay en este espacio muchas otras sustancias que no son materiales, y que por consiguiente no pueden ser tangibles, ni percibidas por ninguno de nuestros sentidos.

Isagani ha oido ecos lejanos preguntándole por don Tiburcio de Espadaña, el nombre de Juanito Pelaez, pero le sonaban á campanadas que se oyen de lejos, voces confusas percibidas durante el sueño. Fué necesario advertirle que habían llegado á la plaza de Santa Cruz. La sala de la «Pansitería Macanista de buen gusto» ofrecía en aquella noche un aspecto estraordinario.