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Y cuando en noche obscura se envuelva el cementerio y sólo, sólo muertos queden velando allí, no turbes su reposo, no turbes el misterio: tal vez acordes oigas de cítara o salterio: soy yo, querida patria; yo que te canto a .

¿Te ries? La risa ten, hasta que oigas los informes que mis ideas te den; verás, si lo piensas bien, que al cabo estamos conformes. Primavera es la ventura, triste invierno es el dolor sin brisas y sin ventura; pero en medio de ese horror, tiene tambien su hermosura. Que si aquella tiene flores y calor, vida y amores y crepúsculos serenos de santo misterio llenos y aromas, luz y colores,

Señor dijo Coletilla, en la actitud de una zorra apaleada, preciso es que haya acontecido algo extraordinario. Feliú también iba allá. ¡Está aquí! dijo Fernando, hiriendo fuertemente el suelo con el pie. Todo se ha perdido. Feliú viene; escóndete por ahí cerca. Le recibiré aquí mismo. Quiero que oigas lo que dice. Escondióse Coletilla. El Rey hizo pasar al ministro á la camarilla.

Desde donde veas y oigas. ¡Casilda, mi manto y mi litera! gritó la Dorotea poniéndose violentamente de pie. ¡Oh Dios mío! ¡Dios mío! murmuró para el bufón ¡si al menos ella no fuera tan desgraciada! ¡Si ya que de tal modo ama á ese hombre, él la amase!...

Cada vez más desalentado y humilde, apoyó Torrebianca su frente en las manos. Robledo quiso decir algunas palabras para infundirle energía, pero él le interrumpió. Luego hablarás. Es preciso que oigas primeramente cosas que no sabes ó que yo te conté y has olvidado. Pero antes necesito hacerte una pregunta. ¿ crees que mi mujer me engaña?...

Pero ya no puedo más: mi conciencia se vuelca como una urna llena que se cae... así, así; y afuera todo... me absolverás cuando me oigas, ¿verdad? Di que ... Hay momentos en la vida de los pueblos, quiero decir, en la vida del hombre, momentos terribles, alma mía. lo comprendes... Yo no te conocía entonces.

Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio Y solos sólo muertos queden velando allí, No turbes su reposo, no turbes el misterio Tal vez acordes oigas de citara ó salterio, Soy yo, querida Patria, yo que te canto á ti.

En este mundo no queremos sino lo que nos cuesta algun trabajo, algun sacrificio, algun dolor, y por eso te ruego que nos acompañes por todas partes, que todo lo veas, que todo lo oigas, que todo lo toques, que de todo te enteres, que participes por completo de nuestros trabajos, de nuestros sacrificios y de nuestros dolores.

Antes que se lo oigas a tu padre, quiero ser yo quien te lo diga. ¿Qué porvenir puedo ofrecerte? No, yo no te dejaré nunca; y si llegas a ser algún día más juiciosa o más interesada, no te echaré maldiciones de comedia, sino que me separaré de resignado, queriéndote como te quiero ahora y guardando en lo mejor de la memoria el recuerdo del amor que me hayas tenido.

I de Nadie fíe su secreto, comedia anterior al año 1651, hizo decir a dos de sus interlocutores: «D. ARIAS. Aquí la doncella vive.... LÁZARO. Ni la oigas ni la veas, señor, hasta que se haga; que son como las comedias: sin saber si es buena o mala, ochocientos reales cuesta la primera vez; mas luego dan por un real ochocientas.