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De manera que en vuestra cabeza no tiene cabida la idea de que un hombre y una mujer viajen juntos muy limpiamente y muy decorosamente. Ya me libraré de que me acompañes en un viaje. ¡Qué horror!... Te estoy viendo como un sátiro.... Señora duquesa... suplicó el prelado, casi con lágrimas en los ojos. No te atortoles, Facundo. He ido demasiado lejos; pero era en chanza.

¿De veras...? Pues no tengas cuidado, hermosa mía, que por tu amor soy capaz, no diré de cazar patos y conejos, sino hasta tigres y leones... Aún más: soy capaz, si lo exiges, hasta de pescar con caña. ¡No tanto! exclamó la joven riendo . Bastará con que alguna vez me acompañes. Te prometo no llevarte lejos. ¡Qué hermosa eres, Clara!

Su anhelo era marchar delante. Habría deseado tener una campanilla para ir tocando por aquellos corredores a fin de que supieran todos qué gran visita venía a la casa. «Niña, no es preciso que nos acompañes dijo Guillermina que no gustaba de que nadie se sofocase tanto por ella . Nos basta con saber que están en casa». Pero la zancuda no hacía caso.

JIMENO. Pero al cuento. GUZMÁN. Al cuento: ya sabéis que yo gozo de la confianza del Conde; anoche me dijo, estando los dos solos en su cuarto: «Escucha, Guzmán; quiero que me acompañes; sólo a ti me atrevo a confiar mis designios, porque siempre me has sido fiel; esta noche ha de ser fatal para , o he de llegar al colmo de la felicidad supremaSígueme, añadió, y atravesó con paso precipitado las galerías, instruyéndome en el camino de su proyecto.

Voy a confiaros a mi marido; fiad en él, Marta; llevará su fusil y os defenderá si es necesario a costa de su sangre. Cuando el guardabosque entró en el cuarto, su mujer le dijo: Andrés, es preciso que partas en seguida con el aya. Está encargada de una misión importante, y como es de noche todavía, y los caminos no sean quizá seguros para una mujer, la condesa quiere que la acompañes.

Y como para hombres como D. Luis casi no hay negocios que la tengan en la vida vulgar y diaria, resultaba que Currito llevaba y traía a D. Luis como un zarandillo. Vengo a buscarte le dijo , para que me acompañes al casino, que está animadísimo hoy y lleno de gente. ¿Qué haces aquí solo, tonteando y hecho un papamoscas?

Don Juan insistió: Pues dime que nos veremos. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¡Cristeta, no sabes cómo estoy! Una vez..., te lo prometo...; quédate aquí, no me acompañes más..., y luego ten prudencia y no me sigas. Te obedeceré..., lo que quieras...; pero júrame que nos veremos pronto, que no me has olvidado por completo.

Discutieron largamente, pero la mujer oponía a todas sus razones la misma respuesta tenaz: No me acompañes... Iré yo sola. Acabó el cuñado por rendirse, y en un coche de alquiler fueron a la plaza, entrando en ella por la puerta de Caballerizas.

Vamos hasta los bulevares me dijo tomándome por un brazo. Deseo que me acompañes y ya es casi de noche. Caminaba de prisa y me arrastraba como si estuviese apremiado por la hora. Tomó por el camino más corto, atravesó las alamedas desiertas y me llevó derecho al lugar en que se acostumbraba pasear durante el verano al caer la tarde.

Y a ti, Amaury, como tienes que cumplir con los deberes que impone la sociedad, te autorizo para bailar cuanto quieras, a condición de que no lo hagas a menudo y que de vez en cuando me acompañes, ya que la facultad y la paternidad se han confabulado para condenarme a representar un papel pasivo en la fiesta de esta noche.