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Estos elogios a sus facultades de dueña de casa y el deseo de verla madre de familia la hacían encogerse de hombros y contraer el rostro con gestos de repugnancia. «Vámonos siguió diciendo mudamente . No la oigas másLa madre los dejó en libertad, adivinando de pronto lo inoportuno de su presencia. Sigan ustedes su paseo. Las viejas estorbamos siempre a los jóvenes.

Toda la falsa energía del alcohol había desaparecido de golpe, y Torrebianca estaba allí, ante su vista, con un aspecto que hacía recordar el de una envoltura de goma súbitamente deshinchada. Necesito que me oigas dijo levantando hacia su amigo unos ojos humildes é implorantes . eres lo único que me queda en el mundo, la sola persona que me quiere... y por lo mismo me debes la verdad.

4 Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu clemencia. 5 Porque hemos hallado que este hombre es pestilencial, y levantador de sediciones a todos los judíos por todo el mundo, y príncipe de la sediciosa secta de los nazarenos; 6 el cual también intentó violar el Templo; y prendiéndole, le quisimos juzgar conforme a nuestra ley;

18 Bueno es que tomes de esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque el que a Dios teme, saldrá con todo. 21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablaren, para que no oigas a tu siervo que dice mal de ti; 22 porque tu corazón sabe que también dijiste mal de otros muchas veces. 23 Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Me haré sabio; mas ella se alejó de .

30 Oirás pues la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oraren en este lugar, también lo oirás en el lugar de tu habitación, desde los cielos; que oigas y perdones. 31 Cuando alguno hubiere pecado contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta Casa;

27 Porque fuera de razón me parece enviar un preso, y no señalar las causas. 2 Acerca de todas las cosas de que soy acusado por los judíos, oh rey Agripa, me tengo por bienaventurado de que haya hoy de defenderme delante de ti; 3 mayormente sabiendo todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos, por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.

Te ruego me oigas, poderoso hijo de SATURNO, que conmueves el Olimpo al fruncir tu ceño terrible, y vosotros, prudentes y venerandos dioses que presidís y gobernáis á los hombres, no toméis á mal mis palabras, siempre sometidas á la voluntad del donante. Si por acaso mis razones carecen á vuestros ojos de peso, dignáos rebatirlas y pesarlas en la balanza de la justicia. Hay en la antigua HESPERIA, más allá de los Pirineos, un hombre cuya fama ha atravesado ya el espacio que separa al mundo de los mortales del Olimpo, ligera cual rápida centella. De ignorado y oscuro que era, pasó á ser juguete de la envidia y ruines pasiones, abrumado por la desgracia, triste destino de los grandes genios. No parece otra cosa sino que el mundo, extrayendo del TÁRTARO todos los padecimientos y torturas, los ha acumulado sobre su infeliz persona. Más á pesar de tantos sufrimientos é injusticias no ha querido devolver á sus semejantes todo el dolor que de ellos recibiera, sino por piadoso y demasiado grande para vengarse, trató de corregirles y educarles, dando á luz su obra inmortal, el DON QUIJOTE. Hablo, pues, de CERVANTES, de ese hijo de la ESPA

21 Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando oraren en este lugar, que oirás desde los cielos, desde el lugar de tu habitación; que oigas y perdones. 22 Si alguno pecare contra su prójimo, y él le pidiere juramento haciéndole jurar, y el juramento viniere delante de tu altar en esta casa,

Con todo, entiéndelo bien, yo no te culpo ni te acrimino: eres mozo sin experiencia, y te enamoraste a los primeros pasos que diste fuera de tu hogar: no es extraño que hayas sido y todavía seas ciego y sordo, y que no veas ni oigas lo que tanto suena y has tenido delante de los ojos.