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Desea justar con los cinco mantenedores ingleses, y con las armas que cada uno de ellos prefiera y elija. Grande es su confianza, á lo que veo. Pero no es bien prolongar su espera ni tenemos ya mucho tiempo disponible, pues el sol se acerca al ocaso. Á vuestros puestos, caballeros, y veamos si este desconocido iguala con la alteza de sus hechos la arrogancia de sus palabras.

Análogas fiestas de justas, toros y cañas se celebraron en 1425 por el nacimiento de Enrique IV y de las cuentas del Mayordomazgo Mayor constan los particulares siguientes: «costaron 30 varas de justar a 40 mrs. la vara 1200. costaron 10 rroquetes e goçetes para las dhas. varas a 100 mrs. cada un roquete e goçete que son 1000.

Vamos, que daría yo mi cobertor de pluma por verte suelto en la liza. ¡Bonita manera de justar la tuya! exclamó Simón. Pues á me parece la mejor, dijo muy serio Tristán. Ó si no, agarraría yo al otro por la cintura, lo arrancaría de la silla quieras que no y me lo llevaría á mi tienda para no soltarlo hasta que me pagase un buen rescate.

Nueve dias antes de la coronacion principiaron las fiestas, que realzó la concurrencia de muchos personages de Castilla y de Navarra. «La ciudad de Zaragoza, dice este escritor, fizo poner dos tablas para justar, una en la plaza, á la puerta que dicen de Toledo, é otra á la ALJAFERIA, é el rey fizo poner otra de paño vermejo é amarillo, é de costumbre en tales coronaciones la ciudad de Zaragoza de poner sus mantenedores, é pusieron por tal á D. Juan de Luna, é él se fué á la tabla de la ALJAFERIA, é con él otros tres que eran cuatro justadores, é justaron estos con otros caballeros de los que habian venido á fiesta, é otros con otros, en manera que todos los dias que fueron de fiestas, los mas dellos justaron muy bien á maravilla, é allí viérades quebrar varas en muchas piezas é caballeros ser descompuestos de la misma silla, é otros caer de los caballos, que era gran solaz á los que miraban de lo ver

Para las alegrías que en esta ciudad se hicieron por las bodas de Don Juan II con Doña María de Aragón, en 1420 se lidiaron toros se hizo un palenque para justar «ante la puerta del alcaçar do fasen el audiencia» ó sea en el espacio que ocupa actualmente la Plaza del Triunfo, pues, el lugar de las audiencias hallábase junto al arco de entrada al Patio de Banderas.

Mi señor, continuó el enviado sin hacer caso de las palabras de uno ni del ademán amenazador de los otros, está pronto á justar desde luego, á pesar de que su caballo de batalla acaba de recorrer largo trecho sin descanso, pues temíamos llegar tarde al torneo. Tarde habéis llegado, en efecto, repuso el príncipe, pues sólo falta adjudicar el premio á los vencedores.

No ya los autos, sino que los mesmos juegos o alegrías de agora ¿qué tienen que ver con lo que presenciaron mis ojos de mancebo? ¿Qué se hizo aquella gala e aquella grandeza? ¿Quién verá otra vez aquellas entradas de príncipes e aquellas fiestas antiguas, e aquellas luminarias y disfraces, e aquellas bizarras coheterías de botafuegos y voladores? ¿Qué fue de aquellos regocijos, cuando las cuadrillas que iban a justar pasaban con sus marlotas de seda, e las mozas de la mancebía, ataviadas de oro fino e de cendales, danzaban al son del tamboril por las calles entoldadas?

Hubo tambien en el mismo sitio una justa de quince telas, que el Príncipe y Duque dispusieron para honrar la fiesta de su madre. De una tela á otra habia diez pasos: la una, como dice Alvar Garcia, era baldía, en la que miraban los caballeros; y la otra servia para justar, siendo ocho las en que se verificaba este egercicio.