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A medida que la diligencia va subiendo las faldas de la serranía, el paisaje toma un aspecto mas y mas severo, melancólico y desolado. Donde quiera lomas escarpadas, sin vegetacion ninguna, enormes peñascos graniticos, de tinta oscura, campos desiertos y sumamente accidentados, ausencia de poblacion, de cultivo y de vida.

El Tajo, llegando al norte de la ciudad y al oriente de ese istmo, se precipita como un torrente en la abra profunda que separa la montaña de la ciudad del cordon rocalloso del E.S.E.; rodea la basa gigantesca de Toledo, haciendo un círculo casi completo, y vuelve sobre el norte, como á buscar su propio cauce, lamiendo al poniente los cimientos graníticos del istmo que liga la península fluvial de Toledo con los cordones de cerros del N.O.

Está cubierto, en las partes en que no se ha alterado la horizontalidad y que forman mesetas, por una capa de grandes bloques graníticos y porfíricos, que alcanzan hasta 10 metros cúbicos, siendo la mayoría de 1/2 metro cúbico. Estas piedras, mas ó menos pulidas y angulosas, no están adheridas unas á otras por ningun cemento y parecen tener un orígen glacial.

Arriba se ven las altas cimas montuosas y los picachos graníticos de un aspecto majestuoso, y mas altas aún se ostentan las lejanas eminencias de la cordillera coronadas de nieves perpetuas. Aquella comarca, de suelo suavemente ascendente y entrecortada por bajos cerros, es en extremo curiosa como elemento determinante de dos sistemas hidrográficos.

Pero hasta llegar á la Peña Mayor había una serie de escaños graníticos, superpuestos los unos á los otros, de mil extrañas formas é imitando, á veces, enormes edificios y animales monstruosos.

Bajo de aquellas cúpulas de negra verdura, sostenidas por los altos mástiles de los abetos, los senderos cruzan un terreno sembrado de peñascos graníticos y rocas erráticas, surcado por saltadores arroyuelos cuyas armonías se confunden en la espesura del bosque con los ecos de los lejanos mugidos de las vacas, los sonoros repiques de las campanillas que llevan en el cuello las cabras, mulas, vacas, etc., el estruendo mas lejano de las cascadas y los torrentes que se despeñan de lo alto de las montañas, y los recónditos pios de algunos pajaritos saltando de rama en rama y buscando su alimento en las semillas de los abetos.

Por último, en la region mas elevada, el fabricante y el batelero, el comerciante y el artista, el agricultor y el pastor han desaparecido totalmente; allí solo se ve al Inglés extravagante que hace excursiones á los nevados, ó al cazador de ciervos y gamuzas, rey de las soledades que despierta con las detonaciones de su fusil los ecos de los abismos, y sorprende en su voluptuosa somnolencia al águila posada sobre los conos graníticos.

Al poniente, las neveras faltan del todo: cerros altísimos, cubiertos de negros bosques de pinos y abetos, en su mayor extension, se alzan á hundir en las nubes sus severos picos ó conos graníticos, y presentan á trechos esos derrumbes espantosos, rastros de los catástrofes de la primavera que se llaman avalanchas Al lado opuesto del valle se levantan los contrafuertes del Monte-Blanco, revueltos, despedazados por innumerables y gigantescas grietas, aterradores de hermosura y severidad, ora terminando en neveras que derraman sobre el valle sus ondas congeladas; ora cubiertos de ásperas malezas, helechos y bosques de abetos; ora aguzándose en sus cimas en penachos extravagantes y agujas colosales, desnudas y sombrías, para servir de apoyo á un inmenso anfiteatro de invisibles montañas y neveras cuyo pináculo es la cabeza admirable del Monte-Blanco.

Se diría que los Alpes, orgullosos de los magníficos horrores que guardan en su seno, han querido perseguir al Rin, el fruto de sus admirables neveras, atravesando en su curso un cordon de peñascos que les hagan recordar á los pueblos de las llanuras alemanas que el imperio de los gigantes graníticos de la Suiza alcanza hasta muy léjos de sus altísimas cascadas, sus picos formidables, sus torrentes coléricos y sus lagos románticos!

En otros, los peñascos graníticos se presentan desnudos, ennegrecidos, destrozados por enormes grietas verticales, de cuyas bocas surgen mil torrentes ó cascadas, ó salpicados de manchas de pinos y abetos enanos, cuya tinta sombría hace el mas soberbio contraste con la vastísima sábana de hielo que va á perderse en las vagas perspectivas del cielo.