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La explotación, el robo más escandaloso al marinero ignorante como una bestia y que, bajo los vapores del aguardiente, se deja despojar del premio de un año de labor, jugando su vida en las tormentas. ¡Esas mujeres, sobre todo, esas mujeres, asquerosas arpías, negras y angulosas, esparciendo a su alrededor la mezcla de su olor ingénito y de un pacholí que hace dar vuelta al estómago!... Pouah!...

Hasta le pareció ver á Salomé, que se cernía en lo más alto, agitando rápidamente sus luengas vestiduras á manera de alas, y mostrando hacia abajo las encorvadas y angulosas falanjes de sus dedos, terminados con uñas de lechuza. La lluvia empezó á disminuir.

Sus ojos recobraron la acostumbrada dureza; sus facciones parecieron más secas, pálidas y angulosas. ¿Qué deseas? dijo con rudeza . ¡Porque seguramente no vienes por el placer de verme!...

Echando una mirada a lo alto del tejado, vio la Delfina que por encima de este asomaba un tenderete en que había muchos cueros, tripas u otros despojos, puestos a secar. De aquella región venía, arrastrado por las ondas del aire, un olor nauseabundo. Por los desiguales tejados paseábanse gatos de feroz aspecto, flacos, con las quijadas angulosas, los ojos dormilones, el pelo erizado.

De la misma manera que nos agrada observar los primeros trabajosos ensayos del ingenio para crear formas, que expresen exactamente su pensamiento; de la misma manera que gustan más al aficionado á las artes las sencillas imágenes de las escuelas antiguas toscanas y de Colonia, á pesar de sus formas inflexibles y angulosas, y aprende más examinándolas, que si lo hace con algunos trabajos más acabados y perfectos de los maestros posteriores, así también nos interesan más Encina y sus sucesores inmediatos, que otros poetas, que después recorrieron la senda trazada por ellos.

Los cadetes venían por la tarde a contemplarlo, siendo para ellos lo más notable de la Primada aquel coloso de carnes sonrosadas que, con el niño al hombro, adelantaba sus piernas angulosas, apoyándose en una palmera que parecía una escoba. La alegre juventud militar divertíase midiendo los tobillos con el sable y calculando después cuántos «sables» de altura alcanzaba el bendito coloso.

Pinchi, ¡mira qué facha más rara tién los cabeciyas! Uno de los tres jefes les llamó en particular la atención. Era un hombre alto, de color cetrino, facciones angulosas y barba negra muy cerrada. A menor distancia, con seguridad Pateta le hubiera conocido en seguida.

La afición de la gente a los caballos parecía haberles expulsado de esta industria, que era la suya en todo el mundo, obligándoles a buscar la vida en los cortijos. Las mujeres valían más que los hombres: secas, negras, angulosas, con unos pantalones varoniles bajo las faldas, doblábanse el día entero para escardar el trigo o arrancar las semillas.

Estaba ya fuera de ; la ira, contrayendo sus facciones angulosas, dio a su rostro dureza extraordinaria, y los ojos se le inyectaron en sangre. Nunca le habían visto tan furioso. ¿Vais a reñir por política? gritó doña Manuela. Pateta estaba arrepentido.

Otro de ellos atado fuertemente con sólidas lianas, estaba tendido sobre la yerba, haciendo desesperados esfuerzos por librarse de sus ligaduras. Los primeros eran fuertes, musculosos, de pechos amplios, facciones angulosas y duras como las de la raza malaya, pelo abundante y rizado, dientes agudos y ennegrecidos por el uso del betel y piel cobriza, pero de tonos sucios.