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Pero si ya no se veía nada, se oía, pues el tiqui tiqui del taller de canteros parecía formar parte de la atmósfera que rodeaba el convento. Era ya un fenómeno familiar, y los domingos, cuando cesaba, la falta de aquella música era para todas las habitantes de la casa la mejor apreciación de día de fiesta.

Las cuentas que echó y los cálculos que hizo sólo él podría decirlos: debió de recordar que el bolso verde estaba vacío; acaso se dijo que la verdadera limosna es la que no con dinero, sino con el propio esfuerzo se hace... Tal vez vinieron, a su pensamiento memorias a él solo reservadas... Ello fue que mirando compasivamente al cantero le dijo en voz baja, como confiándole un secreto: Mi padre y mis hermanos fueron canteros... Cuando chico, yo también aprendí, el oficio. ¡Yo te ayudaré!

Su padre consideraba indigno del mayorazgo de la casa de Montesinos el escribir un pedimento o trazar una carretera: a los abogados los llamaba curiales, a los ingenieros canteros, a los profesores maestrillos. La milicia le agradaba, pero sus ideas tradicionalistas le impedían mandar a su hijo a servir a un gobierno liberal.

El domingo, primero que allí pasaba el sacerdote, salió muy temprano de casa, dijo misa, dio un paseo largo, comió más tarde que de costumbre, y poco antes de concluir, cuando al levantar el mantel le trajo el ama los fósforos y el bote de picadura, oyó que comenzaba a resonar al principio aislado y débil, luego nutrido y fuerte, el ruido que producían los canteros picando y labrando piedra en el solar vecino.

12 y con los albañiles y canteros; para comprar la madera y piedra de cantería para reparar las aberturas de la Casa del SE

Costureras, chalequeras, planchadoras, ribeteadoras, cigarreras, fosforeras, y armeros, zapateros, sastres, carpinteros y hasta albañiles y canteros, sin contar otras muchas clases de industriales, se daban cita bajo las acacias del Triunfo y paseaban allí una hora, arrastrando los pies sobre las piedras con estridente sonsonete.

Durante los cuatro últimos días de la primera semana que pasó don Cándido en Santa Cruz de Lugarejo no dejó de asomarse para contemplar a los canteros, y si alguien le observase de cerca, acaso por la emoción reflejada en su rostro, pudiera sospechar que aquella tarea dura y penosa despertaba en el alma del cura una emoción dulce y compasiva.

Bueno, entonces, papá, vos no trabajaréis en el jardín hasta que sea muy fácil dijo Eppie , y vos y yo nos pondremos a trazar los canteros y hacer agujeros y a poner plantas en ellos. Las Canteras se volverán un sitio mucho más alegre cuando tengamos algunas flores, porque a se me ocurre que las flores pueden vernos y comprender lo que decimos.

De la cima de un cerrillo que permitía otear todo el patio de la Fábrica, dos hombres apacentaban la vista en aquel curioso cuanto inesperado espectáculo. Uno de ellos rondaba muchas veces las cercanías de la Granera, pero nunca en aquel predio había visto más seres vivientes que canteros picando sillares de granito, y aves de corral escarbando la tierra.

La mezquita de Azzahra, templo de estupenda estructura, preciosamente labrado en todas sus partes, de noventa y siete codos de largo de la algufia á la quiblah sin contar el Mihrab, y de sesenta y uno de ancho, fué obra de cuarenta y ocho dias, habiendo An-nasír empleado en ella diariamente mil obreros entendidos, de los cuales trescientos eran albañiles, doscientos carpinteros, y los demas canteros, escultores, doradores, esmaltadores, mosaicistas, pintores, estucadores, tallistas, herreros, broncistas, etc.