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Observé cuidadosamente las impresiones que reflejaba su cara á la vista de aquel cuadro, cuando de pronto se volvió á , diciéndome con una verdadera emoción: «Hay misteriosos templos, fabricados en la insondable noche de los tiempos, ante los cuales la rodilla se dobla, el espíritu se fortalece y el alma busca tras lo desconocido á quien los crea y alientaLa espontánea confesión de mi amigo, resume la mejor definición de la cascada del Botocan.

El que haya corrido las alturas y hondonadas con que encadenan el Malinao, el Dalitiuan y el Balete, á las provincias de la Laguna y Tayabas; el que haya contemplado desde la descarnada atalaya del San Cristóbal, los risueños panoramas de Paquil y Paete; el que haya palpitado de emoción ante la grandiosidad del Botocan; el que la curiosidad, el estudio, la necesidad, ó la caza le hayan obligado á pasar el camino de Majayjay, necesariamente le habrá llamado la atención un puente abandonado, semi-derruído y de lúgubre aspecto que se eleva á un lado del camino.

Muy de madrugada fuí despertado, tomando después del indispensable chocolate, los duros asientos de una carromata tirada por dos pencos. Palo aquí y atasques allá, llegamos al cabo de hora y media á Magdalena, en donde mudamos de caballos, continuando hasta Majayjay, pueblo muy nombrado y conocido por tener en su jurisdicción la célebre cascada del Botocan.

Todo lo grande despierta en el alma cuantos sublimes ensueños se elaboran en los misterios de la admiración. El espectador se encarna con el cuadro que presencia, se paralizan sus sentidos y el éxtasis alienta las más tiernas creaciones. Un poeta ante la cascada del Botocan, resucita todos los colosos del sentimiento, y al murmurio de las ondas, recuerda sus inmortales producciones.

De pronto se levantó con un movimiento convulsivo: sus ojos adquirieron una potente fuerza de irradiación, sus facciones se acentuaron y ¡hay que acabar! murmuró su lengua, al par que como una corza herida desapareció por las graníticas quebradas que conducen á la vecina cascada del Botocan. Aquella noche, Hasay no pareció por su casa.

No pocas veces el ruido atronador de las aguas se ha mezclado con una oración murmurada por mis labios y un profundo suspiro arrancado de mi alma, dirigiendo la primera al cielo, y el segundo al tranquilo y lejano hogar que guarda mi cuna. Una de las veces que visité el Botocan, fuí acompañado de un amigo que tiene sus ribetes de ateo.

Muchas y magistrales descripciones de la cascada del Botocan conozco; respetables firmas suscriben aquellas; eminencias en la república de las letras la han admirado; buenos poetas le han consagrado sus inspiraciones, y hasta extraviados amantes la han popularizado haciendo á sus hirvientes espumas, cómplices de amargos desengaños; mas soy franco, ni la tradicional leyenda, ni el fugaz artículo, ni el profundo libro, ni el cuadro, ni la narración, ni nada de lo que hasta entonces había leído, visto ú oído referente á la cascada, se evocó á mi memoria cuando llegamos al borde del grandioso precipicio.

Suelo y cielo de Filipinas. Panoramas indescriptibles. La cascada del Botocan. La grandiosidad ante los ojos del alma. Evocaciones y recuerdos. Un ateo. El camarín del Botocan. Almuerzo al borde del abismo. Chismografía al por menor. Cuentos y anécdotas. Las mujeres filipinas. Tipos y registros. Opiniones. Amor desgraciado. Leyenda y autógrafo. Camino de Tayabas. Llegada á Lucban.

El plano por el que se precipitan las aguas del Botocan, no tiene rampa, siendo perfectamente perpendicular. Las paredes que forman el abismo, tienen casi la misma altura, y en cuanto á su circunferencia es muy limitada, tanto, que cuando las aguas son caudalosas, rompen en el muro paralelo al en que se precipitan, cubriéndose de vapores, tanto el total del fondo como la boca de la sima.