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Decidme, amigos replicó el alcalde : ¿cautivastes juntos? ¿Llevaron os a Argel del primer boleo, o a otra parte de Berbería? No cautivamos juntos respondió el otro cautivo , porque yo cautivé junto a Alicante, en un navío de lanas que pasaba a Génova; mi compañero en los Percheles de Málaga, adonde era pescador.

D. Álvaro de Sande no sale tan bien librado como en las relaciones impresas, en ésta, que deja suspenso y conmovido el ánimo del lector. Sacada del italiano en español. Forma un códice en 4.º de 61 fojas, escritas por tres manos distintas, por cuadernillos, por la urgencia con que se tendría que sacar la copia. La hoja primera de guarda dice: La jornada de Berbería de 1560 y 1561.

de la jornada que hicieron á Trípol de Berbería las armadas católicas, años 1560 y 61.

Y lo que me tiene admirado es no saber por qué se fue mi mujer y mi hija antes a Berbería que a Francia, adonde podía vivir como cristiana

Aquella tarde vino un moro viejo á caballo con otro de á pie con él, de parte del jeque y los gervinos, diciendo que no querían pelear contra la gente del Rey Felipe, antes se holgaban y se tenían por muy dichosos en estar debajo de su amparo y protección, y ofrescían de ayudar de muy buena gana á echar á Dragut de Trípol y de toda Berbería.

Que en las armadas de naos por el mismo tiempo aprestadas para Italia y Berbería, aunque no seguramente averiguado, iban cuando más, cuatro lombardas en cada una.

Al Duque paresció muy bien lo que el Maestre procuraba, porque allende del beneficio grande que venía al reino quitando un tan mal padrastro, de cabo él por su parte desearía hacer alguna cosa en Berbería, digna de memoria, como lo había hecho el Visorrey pasado Joan de Vega en la tomada de Africa, y ansí acordaron de escrebir los dos al Rey sobrello, encargando la solicitud del negocio al Comendador Guimarán, que se hallaba en la corte.

Y ¿por qué? me han preguntado al notarlo más de un forastero. ¿Por qué vuela el ave?; ¿por qué corre el gamo? les he respondido yo; y ¿por qué se dan los dátiles en Berbería, y las naranjas en Murcia, y el arroz en Valencia?

Entramos en el bajel; dímosles las gracias por el bien que nos hacían, mostrándonos más agradecidos que quejosos; ellos se hicieron a lo largo, siguiendo la derrota del estrecho; nosotros, sin mirar a otro norte que a la tierra que se nos mostraba delante, nos dimos tanta priesa a bogar que al poner del sol estábamos tan cerca que bien pudiéramos, a nuestro parecer, llegar antes que fuera muy noche; pero, por no parecer en aquella noche la luna y el cielo mostrarse escuro, y por ignorar el paraje en que estábamos, no nos pareció cosa segura embestir en tierra, como a muchos de nosotros les parecía, diciendo que diésemos en ella, aunque fuese en unas peñas y lejos de poblado, porque así aseguraríamos el temor que de razón se debía tener que por allí anduviesen bajeles de cosarios de Tetuán, los cuales anochecen en Berbería y amanecen en las costas de España, y hacen de ordinario presa, y se vuelven a dormir a sus casas.

El médico, si anda a compás, tose sin medida, y ya por este son le hubiera yo conocido. Pues si él no es, será el notario Candurgo, cristiano viejo venido de Berbería. No será él, pues a serlo, vendría entonando algún buen salmo, para probar que sabe latín y que es de los buenos y añejos. Pues, diablo, será el sacristán, tercera autoridad y persona grave del pueblo.