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Actualizado: 8 de julio de 2025


Empero no hay que alarmarse por esto; la misma ondulación presentan las más antiguas y sólidas torres. Así, pues, en lugar de los tristes bastiones que antiguamente amenazaban al mar, como los que todavía he visto en la costa de Berbería, la civilización moderna edifica las torres de la paz, de la hospitalidad benévola.

Aquel que va en aquel coche es el Marqués de Floresdávila, Zúñiga y Cueva, tío del gran Duque de Alburquerque, que hoy está sirviendo con una pica en Flandes, capitán general de Orán, donde fué asombro del África levantando las banderas de su Rey veinte y cinco leguas dentro de la Berbería. Allí va el Conde de Castrollano, napolitano Adonis.

El cura dijo: Muchos días ha, señores, que nos dan sobresalto con la venida de esos bajeles de Berbería; y aunque es costumbre suya hacer estas entradas, la tardanza de ésta me tenía ya algo descuidado. Entrad, hijos, que buena torre tenemos, y buenas y ferradas puertas la iglesia, que, si no es muy de propósito, no pueden ser derribadas ni abrasadas.

Para las navegaciones largas á Berbería y Oriente estaban los guarapos, xalandros, buscios, nizardos, bajeles y cocas. La cabida de estos buques se marcaba por salmas, botas y cántaros, que equivalían á las modernas toneladas. La coca era el navío de línea para los grandes combates y los cargamentos importantes.

Dijo don Quijote a don Antonio que el parecer que habían tomado en la libertad de don Gregorio no era bueno, porque tenía más de peligroso que de conveniente, y que sería mejor que le pusiesen a él en Berbería con sus armas y caballo; que él le sacaría a pesar de toda la morisma, como había hecho don Gaiferos a su esposa Melisendra.

Don Antonio dijo que si el renegado no saliese bien del caso, se tomaría el espediente de que el gran don Quijote pasase en Berbería.

Algún emisario de Berbería que les provocaba a sacudir el yugo de los cristianos... Todo era enigma, misterio, otros seres, otro mundo. Prodújose de pronto un gran silencio. Las miradas se dirigieron hacia la puerta de entrada. Se esperaba a alguien. Por fin, las hojas se abrieron de par en par, y un hombre venido de afuera, anunció: ¡El bajá!

Estos le dieron ánimo de venir á buscar nuestra armada, y viniendo hacia los Gelves costeando la Berbería, Luchalí y Caromostafá venían tres ó cuatro millas del armada y descubrieron unas naves nuestras á la vela, que salían de los Gelves ya tarde á puesta de sol. Hicieron humo desde las galeras para que el armada amainase, que iba á la vela, y así viendo la señal amainaron.

Se suena que cierto mozo principal ha tomado tierra en esas calas de la costa, viniendo de Berbería, y que a su buena venida es este festín y zambra. A fe a fe que todavía no ha entrado ni un cristiano viejo; y ¿cómo han de venir si no los llaman? Y ¿cómo han de ser llamados, si los descreídos quieren estar solos para sus prácticas y maquinaciones?

Otros se fueron á Francia, Italia, Flandes y Alemania. Y aun yo conocí en Roma alguno que habia sido vecino de Toledo. Pasáronse muy muchos á Constantinopla, Salonique ó Tesalónica, al Cairo y á Berbería.

Palabra del Dia

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