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El mayordomo les dijo que se los encomendaba el Bajá; que estuviesen de buen ánimo, quél cumpliría con ellos lo que les había prometido, y quellos cumpliesen con él lo que le habían mandado. Los Capitanes fueron á Joan Daza á pedir dineros para el mayordomo, diciendo que era su libertad. Dióselos en plata y con firma de todos 250 escudos: llevóselos el castellano Fuentes.

Joan de Funes respondió que ya no era tiempo de aguardar más; que los enemigos estaban para dar el asalto; quél tenía orden de D. Alvaro de lo que se había de hacer; que D. Alvaro no había salido del fuerte con disinio de volver más á él.

El suceso histórico que se refiere en este drama, se halla, con arreglo á sus fuentes, en el tomo I, Histoire du Portugal, París, 1735, por De la Clede, y en el breve y excelente escrito, titulado Vida del Príncipe constante, tomada de la crónica de su secretario Joan Alvarez, y de otros datos: Berlín, 1827 . La lectura de estas obras demuestra que Calderón, en lo más esencial, ha respetado esta historia en su poesía, añadiéndole sólo algo conforme en todo á la índole del conjunto.

Han de saber V. Mds. que estando hoy en San Salvador, llegó un niño a este pobrete, y le dijo que si era yo el alférez Joan de Lorenzana, y dijo que , atento a que le vio no qué cosa que traía en las manos. Llevómele, y dijo, nombrándome alférez: «Mire V. Md. qué le quiere este niño». Yo que luego entendí la flor, acepté.

La licencia que dieron á los pobres patrones fué para acabarlos de echar á perder, porque allende de no pagarles lo servido, les tomaron las gumenas y áncoras y marineros, para darlos á los que iban á servir, y sobre todo esto, compuso muchos dellos el alguacil real de Joan Andrea, como hizo á otros en Mesina.

Estando en el Consejo, vinieron el General de la Religión y Sicilia, y fueron del parecer de Don Sancho. En estos dos pareceres se resolvieron todos, aprobando unos el parescer de D. Sancho y otros el de Cigala. Á Joan Andrea paresció bien lo que D. Sancho había dicho, y llamó al patrón de la fragata de Malta y demandóle con qué tiempo había venido y por dónde.

Nos vos mandamos que deis y entreguis al Comendador de Lares, nuestro gobernador de las Indias, o a la persona quel con su carta embyare, veinte e cuatro sacabuches de metal e la pólvora e pelotas que fuere menester para ellos e para quince espingardas que le mandamos de otra parte dar, e así mismo le dad los moldes e otro aparejo que fuere menester para hacer las dichas balas, lo cual todo es para llevar a las Indias, e tomad su carta de pago, ó de la persona que asymismo enviare con la cual e con esta mandamos que vos sea rescibido en cuenta lo que asy le dieredes y entregaredes, lo cual vos mandamos que hagades, asentando esta nuestra cédula el Comendador mosen San Martyn nuestro proveedor e veedor de la dicha artillería e Joan de Soria contador della, e dando ellos su parescer en las espaldas desta nuestra cédula de las cosas susodichas que les debais dar.

Como el Joan de Funes vido el agua que había, comenzóse á santiguar diciendo: «Buena casquetada han hecho hacer á D. Alvaro

Aquella noche llamaron dos turcos á la puerta; la guardia les preguntó qué querían: dijéronles que les llamasen un Capitán cojo y otro que tenía las narices rajadas, que los llamaba el mayordomo del Bajá. Entendiendo que lo decían por Joan de Funes y Zayas, se los llamaron. Vino con ellos Diego de Vera.

Escribió ansí mismo á Joan Andrea, General de la mar, que fuese á servir en la jornada con sus galeras, sin apartarse de lo que el Duque de Medinaceli hobiese menester del armada.