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Cuando el señor Laubepin acababa de rendirse á mismo este honorífico testimonio, una vieja criada vino á anunciarnos que la comida estaba servida. Tuve entonces el placer de conducir al comedor á la señora de Laubepin. Durante la comida la conversación se arrastró en los más insignificantes asuntos.

Cuando Máximo nos dejó después de anunciarnos su casamiento, nos quedamos los dos unos instantes sin hablar. Después, mi padre me puso la mano en la cabeza y me preguntó si me sorprendía aquel matrimonio. Un poco dije en el tono más tranquilo que pude. A también me ha sorprendido.

»Y después de pronunciar estas palabras, salió de la habitación. »Poco después, oímos rodar el coche que la llevaba, al mismo tiempo que José entraba a anunciarnos que acababa de partir. »En aquel momento yo, que tomaba el pulso a Magdalena, noté un cambio muy sensible cuando ella oyó la noticia.

Esta mañana ha venido él mismo a anunciarnos la suspensión de pagos, diciendo que va a convocar a todos sus acreedores para que se repartan cuanto le queda, y que no se reserva nada para él. ¿Cómo no apreciar semejante conducta y no compadecer a quien nos arruina tan contra su voluntad?

Si hasta ahora el espediente no ha sido resuelto ha sido porque, como me consta á , hay mucho material acumulado; pero auguro que la campaña está ganada, que la cita de Makaraig es para anunciarnos la victoria, y mañana veremos premiados nuestros esfuerzos con el aplauso y agradecimiento del pais ¡y quien sabe señores si el gobierno no os propone á vosotros para alguna buena condecoracion como merecedores que sois de la patria!

»Le respondí con una seña afirmativa y con ella pareció quedar tranquila y satisfecha. »Pronto entraron a anunciarnos que el almuerzo estaba servido. Ya sabe usted, Antoñita, que antes su tío y yo hacíamos las comidas separados, para poder relevarnos a la cabecera de la enferma; pero desde que ésta convalece, tal precaución es inútil, y hace unos cuantos días que comemos juntos.

Abriose la puerta del salón, y nuestro criado José presentose para anunciarnos que estaba dispuesta la silla de posta. Mi madre y mis hermanas se arrojaron en mis brazos. Todavía tienes tiempo para arrepentirte dijéronme, renuncia a tu viaje... quédate con nosotras. Madre mía repuse, soy noble, tengo veinte años, y deseo que se hable de y hacer carrera, sea en el ejército o en la corte.