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Ninguna persona inteligente cree en Dios. Yo he conocido personas inteligentes que me decían: «Ninguna persona inteligente cree en la repúblicaPues los cristianos primitivos dijo el señor De Obeso, rebajando el tono y batiéndose en retirada eran republicanos. Eran más; eran anarquistas.

Abominaban de la impiedad de las masas, de todas las realidades de la vida vulgar; se decían católicos, anarquistas y aristócratas al mismo tiempo; no pensaban gran cosa en la religión, pero hablaban, con los ojos en blanco, de la dulzura del pecado monstruoso y de la voluptuosidad del arrepentimiento, seguido de la reincidencia.

Se decía sólo partidario del orden y del derecho. Esta tendencia oficial contenía un tanto los avances y rabiosos desmanes de antimilitaristas y anarquistas. «La paz reinaba en Varsovia»... ¡Felizmente para el Tandil! Intimidados por la tormenta de las «pasiones populares» y deseosos de evitarla, Adolfo Itualde y sus hermanas refugiáronse en su casa-quinta.

Los verdaderos anarquistas están ahora en lo alto decía con risa irónica . Todos los que nos asustaban antes eran unos infelices... En un segundo matan los de nuestra época más inocentes que los otros en treinta años.

Ese hombre es más criminal que los mayores asesinos, que los más rabiosos anarquistas; ese hombre corrompe al pueblo, corrompe á la juventud exaltada; frecuenta los clubs ... Pero nada de esto sería grave si no se atreviera á tomar en boca un nombre que aman todos los españoles como símbolo de paz y libertad. Ese hombre se llama Elías, y es conocido por Coletilla en los clubs.

De la casualidad milagrosa, que es la base de la escuela eclesiástica, no ha salido ningún invento, ningún descubrimiento, pero han salido todos los actores de la Revolución Francesa, los terroristas, los nihilistas, y los anarquistas; y de las Universidades fundadas y regenteadas por obispos, salieron todos los emancipadores de la América del Sur, consistiendo así su único mérito en haber servido para lo que no fueron establecidas.

Llegó a pensar en estas perplejidades si Moreno estaría afiliado a la secta de los anarquistas, y fuese la hora destinada para reunirse y concertar sus planes siniestros de destrucción. Y andaba receloso y observándole; porque Sánchez era un revolucionario del pensamiento nada más y no le hacía gracia alguna hallarse complicado en el asunto de los explosivos.

Por eso compuso una marcha militar titulada «La marcha del capitán Pérez», que, en los conciertos populares de los jueves, arrancaba los aplausos de una mitad del público y la rechifla de la otra... Dos o tres anarquistas llegaron a interrumpir la preciosa música, que tenía sus pujos de wagneriana, con retumbantes rebuznos, para los cuales poseían particular habilidad.

Fieles y consecuentes a la amistad, han jurado que las armas que han empuñado no las depondrán hasta no dejar salva la patria, libres y en tranquilidad los pueblos oprimidos de la República Argentina. Los instantes de crisis que apuntan el término de la existencia de los pérfidos anarquistas del 1.º de diciembre, que os han sumido en los males que os agobian, se dejan sentir ya manifiestamente.

¡Y pensar que ha habido exaltados que mataron á jefes de gobierno buenos ó insignificantes!... ¡Y ni uno solo se le ocurrió suprimir al kaiser! Que no me hablen de los anarquistas... No creo en ellos. Esta explosión de ira se desvaneció inmediatamente. Otra vez su dolor desesperado la hizo gemir.