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Pero á falta de este recurso, apeló á un zurriago que para los grandes lances estaba colgado en la pared, detrás de la mesa, y se fué con él encima del primer grupo de amotinados que jugaban á la pelota y habían derribado ya con ella el tintero magistral.

7 El licenciado Vidriera, de D. Agustín Moreto. 8 Nuestra Señora del Pilar, de Sebastián de Villaviciosa, D. Juan de Matos y D. Agustín Moreto. 9 El embuste acreditado y el disparate creído, de D. Luis Vélez de Guevara. 10 Agradecer y no amar, de D. Pedro Calderón. 11 No hay burlas con las mujeres: casarse y vengarse, del Dr. Mira de Mescua. 12 Los amotinados de Flandes, de Luis Vélez de Guevara.

Después de esto, acudieron á unirse á los amotinados de la Feria gente de otros barrios que corrieron la ciudad enarbolando un antiguo estandarte que en tiempo de Alfonso X se había tomado á los moros en una batalla, y que custodiábase en el templo de Omnium Sanctorum, el cual estandarte era de tela verde, de donde vino á tomar aquella asonada el nombre de la del Pendón Verde.

Los capitanes poco advertidos del engaño, fácilmente se dejaron persuadir, y solicitados de los soldados que casi amotinados pedian sus pagas, tomaron el dinero, y le trajeron á Galípoli, donde se tomó muestra, y repartió con quejas y sentimientos; pero al fin con solo el nombre de que los pagaban, aunque conocieron la falta, se sosegaron.

Hasta reprimir los amotinados pensamientos que le acuciaban, hasta adoptar una resolución firme y valedera, Julián no se atrevía ni a pensar en el santo sacrificio. La cosa era bien clara. Situación: la misma del año penúltimo. Tenía que marcharse de aquella casa echado por el feo vicio, por el delito infame. No le era lícito permanecer allí ni un instante más.

En Palacio cundió la alarma con las noticias que llegaron del tumulto de la capital. El Monarca, cuando recibió á sus gentileshombres y al jefe de la Guardia, se mostró muy sorprendido, y hasta juró que tendrían los amotinados pronto y ejemplar castigo. Volvió á la camarilla y al lado de su consejero áulico, que estaba alborozado por haber sentido una algazara más fuerte que la anterior.

Al dia inmediato continuó la marcha nuestro ejército, y á poco rato avistó el famoso monte nombrado Condocuyo, donde el año de 1740 ó de 41 hicieron una obstinada defensa los indios de la provincia de Azangaro, contra su corregidor, D. Alfonso Santa amotinados sobre quejas de crecidos repartos que les habia hecho á los que, no pudiendo reducir por la fuerza, se vió precisado á cercarlos y rendirlos por hambre.

La heroína de El amor en vizcaíno y los celos en francés, es una vizcaína que habla medio español y medio vascuence, y mata en un torneo al delfín de Francia, que la había deshonrado. En Los amotinados de Flandes se pinta con los más vivos colores la valentía y generosidad de los soldados españoles.

Los funcionarios públicos, siguiendo el ejemplo de los corregidores, que eran el blanco principal de la animadversion de los pueblos, desamparaban sus puestos, y dejaban libre el campo á los amotinados. Sus filas, que se engrosaban diariamente, presentaron pronto una masa imponente para emprender mayores hazañas.

No obstante se apaciguaron los amotinados, emprendieron otra cosa, sino solamente que los que estaban abriendo la selva, con amenazas se les mandó cesar en el trabajo. Se recogieron pues en todas partes nuevas tropas, que se aprontaron despues contra el enemigo.