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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Pues el jinete de ese viejo cuartago, don Juan Téllez Girón, el marido de doña Clara Soldevilla, el maltratador de don Rodrigo, el salvador de la reina, ha estado á punto de dar con vosotros al traste, señores conspiradores de palacio: á él debéis el haber estado dos días separados de vuestros oficios, aturdidos sin saber de dónde venía el golpe. ¡A él! Mejor dicho, me lo debéis á mí. Explicáos.
10 Envié entre vosotros mortandad en el camino a Egipto; maté a cuchillo [a] vuestros jóvenes, quité vuestros caballos; e hice subir el hedor de vuestros reales hasta vuestras narices; y nunca os tornasteis a mí, dijo el SE
Id y recoged los restos del imperio de los Abd-el-rhamanes; restableced la unidad, agrupad en torno vuestro á cuantos se sienten aun decididos á sostener la causa del Profeta: no tardareis en derribar de un soplo la obra de Fernando ni en enarbolar vuestros estandartes vencedores hasta en el mismo alcázar de Toledo.» Aben-Hud, aunque con gran pesadumbre suya, cedió á las falsas palabras del cristiano. «¡Cuán triste es tu suerte! esclamó: ¡no te queda mas recurso que sucumbir, desdichada ciudad! pero confio en que han de brillar para ti mejores dias.
-No digáis más, señora doña Clara -dijo a esta sazón Dorotea, y esto, besándola mil veces-; no digáis más, digo, y esperad que venga el nuevo día, que yo espero en Dios de encaminar de manera vuestros negocios, que tengan el felice fin que tan honestos principios merecen.
Vosotros añadía Gabriel no sufrís la esclavitud del trabajo como los que viven en plena explotación moderna. La Iglesia no os exige grandes esfuerzos, el servicio de Dios no os destruye por medio de la fatiga, pero os mata de hambre. Existe una desigualdad monstruosa entre lo que ganan los que cantan sentados en el coro y vosotros que prestáis al culto el esfuerzo de vuestros brazos.
Micromegas le dió á entender con mucha urbanidad, que no era fundada la conseqüencia; porque, le dixo, con vuestros ojos tan chicos no veis ciertas estrellas de quinquagésima magnitud, que distingo yo con mucha claridad. ¿Colegis por eso que no haya tales estrellas? Si lo he tentado todo, dixo el enano. ¿Y si no habeis sentido lo que hay? dixo el otro.
Cuando me tranquilice, yo mismo, por mi misma mano, os haré una merienda que os convencerá de que sé cumplir con mi obligación. Gracias, seguid; hablábamos de vuestros pecados por el desordenado amor que tenéis al dinero. Padre fray Luis, yo creía que con el dinero se conseguía todo. Sí, en la tierra; pero no en el cielo. Ni en el cielo ni en la tierra.
10 Y tornaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en endechas; y haré poner cilicio sobre todo lomo, y peladura sobre toda cabeza; y la tornaré como en llanto de unigénito, y su postrimería como día amargo. 11 He aquí vienen días, dijo el Señor DIOS, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír [la] palabra del SE
Zadig se presentó á él, y le habló así: Descienda del cielo la inmortal Hygia para dilatar vuestros años.
14 Y la heredaréis así los unos como los otros; por ella alcé mi mano que la había de dar a vuestros padres; por tanto, esta tierra os caerá en heredad. 15 Y éste será el término de la tierra hacia la parte del norte; desde el gran mar, camino de Hetlón viniendo a Zedad;
Palabra del Dia
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