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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Aunque lo dominara el miedo tenía la confusa esperanza de que el aya no quería hacer nada contra él. Pero, como esta esperanza era muy dudosa, un sudor frío bañaba la frente del intendente consternado. Vamos, mi buen Mathys dijo la condesa , estáis enfermo. Tengo piedad de vuestros terrores inexplicables. Tratad de calmar vuestros sentidos agitados.
2 Y alzó sus ojos, y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se inclinó hacia la tierra, 3 Y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. 4 Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol,
Coronad mis sienes que ya blanquean con el laurel y el mirto de vuestros elegidos, y que este mi último canto sea el más suave de todos. Haced, musas celestes, que suene grato en el oído de los hombres y que, permitiéndoles olvidar un momento sus cuidados, les ayude á soportar la pesadumbre de la vida. La cólera de Nolo.
Mi padre levantó la casa; me entregó las alhajas y las ropas de mi madre, y yo me traje á nuestros antiguos y leales criados que aún me sirven, y que os recomiendo, señor, porque desde hoy lo son vuestros. Amarélos yo porque vos los apreciáis dijo don Juan.
24 Y pagaré a Babilonia y a todos los moradores de Caldea, todo el mal de ellos que hicieron en Sion delante de vuestros ojos, dijo el SE
¡Qué, señor! ¿quién ha dicho que me han perdido?... ¡mienten! ¡mienten! ¡bah! ¡la reina está sana y buena! ¡Montiño! ¡qué decís de la reina! ¡Yo! ¡bah! ¡yo no digo nada de la reina! Sí, sí... hay algo en vos que me aterra, no sé por qué... vuestros ojos... vuestra voz...
Debéis tener mucha confianza en que vuestro oficio de bufón os saque á salvo de todo dijo con una cólera mal reprimida doña Clara. Me habéis tomado ojeriza sin razón. No tengo más que una cosa que deciros: mirad cómo tomáis mi nombre en vuestros labios.
Así como os halléis en estado, saldréis para Salamanca a proseguir vuestros estudios; allí escogeréis, luego, entre la Iglesia y las Ordenes. Aquesta es mi voluntad. Esto dicho, se alejó gravemente, dejando en la estancia, a más del olor de cera de sus vestidos, algo patético, algo inexorable, que Ramiro sintió flotar sobre su cabeza cual una maldición suspendida.
El corregidor contempló sorprendido al barón, cuya endeble apariencia mal se avenía con la fama de sus proezas. Sois tanto más bienvenido, díjole después de repetir el respetuoso saludo que antes había dirigido al taimado arquero, por cuanto esta leal ciudad de Lepe necesita más que nunca defensores como vos y vuestros soldados. ¿Qué decís?
Yo, que siento viva y dolorosamente todo esto, también me he gastado, y siento debilitado mi afecto; creo que es únicamente contra los malos, pero aquellos a quienes yo condeno se justifican igualmente por la misma creencia. ¡Dios mío! devolvedme mi paz, haced que yo no me mezcle en nada de lo que no deba, y que me separe, en cuanto dependa de mí, de las iniquidades de este siglo que han de ser necesariamente odiosas a vuestros ojos.
Palabra del Dia
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