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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Que me ahorquen si recuerdo haber visto belleza que le sea comparable, aun en la época en que yo era un guapo mozo, dicho sea esto sin ofenderos, señora agregó, inclinándose hacia la señora Crackenthorp, sentada a su lado ; a vos ni os conocía cuando erais joven como la señorita Nancy aquí presente.
Que estoy decidida a regalaros ese molino, Mathys. El intendente lanzó un grito de alegre sorpresa, y tomó entre las suyas la mano de la condesa. ¡Ay, señora, qué generosa sois! dijo . Ahora ya no deploro todo lo que he hecho por vos. ¿Me dais entonces el molino de agua con la granja? ¿Irrevocablemente, en plena propiedad?
¿Pues no sabéis de lo que os acusan? No. De homicidio premeditado y con ventaja, intentado contra don Rodrigo Calderón. Mentira: como hidalgo y frente á frente, reñí con él por un grave asunto, y sirviendo á la reina: vos lo sabéis.
Aquella cortina era en aquellos momentos para el duque el velo impenetrable de la fatalidad. No puedo... dijo al fin. Sí, sí podéis dijo Dorotea , vos lo podéis todo. No me atrevo dijo el duque, que no quitaba ojo de la cortina. Necesito la libertad y la seguridad de don Juan dijo con acento voluntarioso Dorotea. Yo no puedo sobreponerme á las leyes.
-Luego, ¿bien las remediárades vos, señora doncella -dijo Dorotea-, si por vos lloraran? -No sé lo que me hiciera -respondió la moza-; sólo sé que hay algunas señoras de aquéllas tan crueles, que las llaman sus caballeros tigres y leones y otras mil inmundicias.
¡De tentaciones os ocupábais! dijo la de Lemos ; pues mirad, señora, la noche está de tentaciones. ¿Vos también leíais? No, señora, pensaba. ¿Y pensando teníais... tentaciones?... Y muy fuertes, señora. ¿Pero de qué? ¿qué diablo os tentaba? El diablo de la venganza.
¿Cómo podré yo hacer dijo al fin , que vos me perdonéis la desgracia de no haberos conocido antes? No blasfeméis de vuestra fortuna dijo gravemente Dorotea ; Dios os ha dado en doña Clara una mujer digna de vos. Amadla, reverenciadla, alegráos como de una felicidad inmensa de que sea vuestra esposa.
Porque me estáis maravillando, vais creciendo, creciendo delante de mí, y ya no encuentro en vos á la educanda de las Descalzas Reales, ni á la comedianta de esta mañana. Seguid, seguid; veamos cómo me vísteis en el convento, cómo me habéis visto esta mañana y cómo me véis ahora.
¡Por Dios que lo creo! -respondió don Álvaro-, porque más gracias habéis dicho vos, amigo, en cuatro razones que habéis hablado, que el otro Sancho Panza en cuantas yo le oí hablar, que fueron muchas.
Os amaría menos, nada quizá, aunque esto sería muy difícil, si llevarais la vida que llevan todos aquellos a quienes he desechado... Cuando pueda seguiros os seguiré, y donde quiera que estéis, allí estará mi deber; donde quiera que vayáis, irá mi felicidad, y si llegara día en que no pudierais llevarme, día en que debierais partir solo, pues bien, Juan, ese día os prometo que tendré valor suficiente para no quitaros el vuestro... Y ahora, señor cura, no es a él, sino a vos a quien me dirijo... quiero que respondáis vos, y no él.
Palabra del Dia
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