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Actualizado: 29 de junio de 2025
Un ¡ya! general, preñado de extrañas e intencionadas inflexiones, se escapó de todos los labios, y la Albornoz, abriendo cándidamente los ojos, dijo con su suave vocecita: Pues a mí no me han convidado hasta el presente... Las señoras soltaron el trapo a reír, y dijeron todas al mismo tiempo: Ni a mí... Ni a mí... Ni a mí...
El marinero, con la ayuda de un muchacho, echaba su barca al agua. La vela, recogida, temblaba en lo alto del mástil. Jaime no aceptó la invitación. «¡Muchas gracias, tío Ventolera!» Este insistió con su vocecita, que llegaba a través del aire como el vagido lejano de una criatura. La tarde era buena: había cambiado el viento; en las cercanías del Vedrá iban a coger el pescado en abundancia.
Cuando terminé, doña Tula se apresuró a manifestarme, con su vocecita dulce, que no me guardaba ningún rencor, que le parecía una persona muy decente, y que lo único que sentía era que hubiese tenido la desgracia de enamorarme de su hija.
Y de pronto, sin saber cómo, sin que ella hiciera un ademán ni dijera una palabra, clavada por el estupor y la vergüenza, sintióse la señora estrechar en cariñoso abrazo por la niña rubia, y la vocecita fresca, que murmuraba: ¡Oh, tía Silda, tía Silda!
Llevaba adornado el rostro con estrechas patillas y de sus orejas pendían unos aretes de cobre. Jaime, al conocerle, había sentido curiosidad por estos adornos. De chico fui grumete en una goleta inglesa dijo Ventolera en su dialecto ibicenco, cantando las palabras con vocecita dulce . El patrón era un maltés muy arrogante, con patillas y pendientes.
¡Ah! ¡ah! dijo Dunsey, volviendo la cabeza de lado y tratando de hablar con una vocecita aflautada . Y la linda señorita Nancy estará allí, y bailaremos con ella, y le prometeremos no ser malo, y volveremos a entrar en favor y... Tened la lengua al hablar de la señorita Nancy, pedazo de tonto dijo Godfrey rojo de cólera , u os estrangulo.
Hay virtuoso de estos que desafía la caída las decoraciones, las manchas de petróleo los quinqués y los más diversos miasmas por el placer de oír murmurar a una vocecita ronca estas encantadoras palabras: ¡Demonio! ¿Cómo me duelen los pies! Levántase el telón y las ochenta reinas efímeras mariposean gozosas bajo las ardientes miradas de un público entusiasmado.
Se alejó el duende mestizo rascándose por debajo de la suelta camisa el grueso botón de su panza achocolatada. Poco después volvió á aparecer, y con su vocecita cantarina y melosa de indio anunció á Watson: Mi patroncita dice que se vaya, y que no quiere verle más, porque es usted... porque es usted muy feo.
No estés tan de prisa, amigo dijo Meñique, con una vocecita de flautín, no estés tan de prisa, que yo tengo una hora para hablar contigo. Y el gigante volvía a todos lados la cabeza, sin saber quién le hablaba, hasta que le ocurrió bajar los ojos, y allá abajo, pequeñito como un pitirre, vio a Meñique sentado en un tronco, con el gran saco de cuero entre las rodillas.
De pronto, los dos instrumentos enmudecieron... pasó un minuto, y el mismo silencio; pasaron dos, tres minutos... ¿Se habrá ido ya? pensó misia Gregoria, ya no suena esa vocecita de flautín, que me arañaba el oído. Bernardino tampoco resuella. ¿A que ha cedido el muy mandria? ¡Y yo que me estoy aquí hecha una papanatas!
Palabra del Dia
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