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Actualizado: 15 de septiembre de 2025
17 Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme al dote de las vírgenes. 18 A la hechicera no darás la vida. 19 Cualquiera que cohabitare con bestia, morirá. 20 El que sacrificare a dioses, excepto sólo al SE
Temblaron las entrañas del monstruo, sacudidas. La noche se tiñó del sol de sus heridas. Y al despertar del sueño de siglos el titán, Buscó a las dulces vírgenes al pié de su albo lecho, Buscó a las flores hechas de todos sus vapores Para clavar ¡qué loco! sus garras en el pecho De vírgenes y flores. Cayeron. Y por ellas Lloró el coloso luego sus lágrimas de estrellas.
Tal vez el país al ser más rico, más populoso y próspero, sería también, á la larga, más instruído y feliz; no obstante, nos paseamos llenos de noble alegría por las vírgenes orillas de nuestro Pactolo, desconocido de la multitud, en el que hallamos la soledad y el silencio, como en los días que vimos brillar por vez primera las pepitas de oro.
Y, en fin, con qué gozo saboreé mi taza de té imperial, té de la primera cosecha de marzo, cosecha única que es celebrada como un rito santo por las manos puras de las vírgenes.
El doctor recordaba su vida de joven, cuando había colonizado tierras vírgenes recientemente abandonadas por el indio.
Desde los extremos de la Patagonia a los límites con Bolivia, desde los márgenes del Plata al pie de los Andes, no se oye hoy sino el ruido alentador de la industria humana, no se ven sino movimientos de tierra, colocación de rieles, canalizaciones, instalaciones de máquinas, cambios diorámicos de suelos vírgenes en campos labrados.
¡Ah! exclamó, alzando la voz para poder ser oída por don Gil no me nombren esas procesiones de vírgenes mundanas. ¡Qué vírgenes serán esas que salen con coronas de rosas y cirios en las manos! Una vez vi eso, y me entró tal grima, que tuve que confesarme en seguida de la cólera que me había dado. No me nombren eso. ¡Qué escándalo, Dios mío! ¡A dónde iremos á parar así!
También se veían lozanos helechos, madreselvas, parras vírgenes y otras plantas de arrimo, que se sostenían unas a otras por no haber allí grandes troncos. La Nela sintió que las ramas se agitaban a su derecha; miró... ¡Cielos divinos!
A distancia de 14 leguas del referido Cabo de las Vírgenes, se reconoce la primera boca ó estrecho, al OSO y ONO, que en su mayor ancho tendrá media legua. Hay en él un bajo de arena de un cuarto de legua, cuya sonda consta de 98, 76 y 5 brazas. Al lado meridional de esta boca hay indios de una altura regular, que tienen pintado el rostro y el mirar muy airoso.
Pasado el primer instante de estupor, lo que primero fue observado por Marianela, causándole gran confusión, fue que la bella Virgen tenía una corbata azul en su garganta, adorno que ella no había visto jamás en las Vírgenes soñadas ni en las pintadas.
Palabra del Dia
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