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Actualizado: 2 de julio de 2025
No vaya usted á imaginarse... La Torrebianca sonreía irónicamente, como si no creyese en sus protestas, y acabó por decir, con una frialdad que apenó al joven: Vaya usted á saludarla, para que no nos moleste más con su vigilancia, y venga luego á juntarse conmigo.
Lo primero que vió al salir del pabellón fué la bandera de la Cruz Roja que seguía ondeando en lo alto del castillo. Ya no había camillas debajo de los árboles. En el puente encontró varios sanitarios y uno de los médicos. El hospital se había marchado con todos los heridos transportables. Sólo quedaban en el edificio, bajo la vigilancia de una sección, los más graves, los que no podían moverse.
En Manuel no pensó, porque conocía demasiado su género de vida, incompatible con los cuidados y la vigilancia que exige un muchacho de diez y siete años. Al fin no tuvo más remedio que dejarlo acomodado en una casa de huéspedes, modesta, pero decente, de la calle de Jacometrezo.
Cuando se vió, en un amanecer, frente al puerto de Palermo, que empezaba á extinguir sus luces, Ferragut pudo dormir por primera vez, dejando encargado á uno de los marineros la vigilancia del buque, que se mantenía con el velamen recogido. A media mañana le despertaron unas voces que gritaban desde el mar: «¿Dónde está el capitán?» Vió un bote y varios hombres que saltaban á la goleta.
Pobre señor cura, tiene miedo... Teme a los gendarmes de Dios, ¿verdad, abuela? ¿Qué gendarmes, hija mía? Todas las devotas del género de Celestina, son los gendarmes de Dios... A ellas corresponde la vigilancia de la parroquia entera, desde el señor cura hasta el último niño del catecismo... Es seguramente un monopolio. Exageras, Magdalena.
Además de esto, Doña Francisca estimaba en ella el amor intenso a los niños de la casa; amor sincero y, si se quiere, positivo, que se revelaba en la vigilancia constante, en los exquisitos cuidados con que sanos o enfermos les atendía.
Los tiempos habían cambiado mucho desde que su padre acaparaba una parte considerable de los giros de la plaza. Pero después de comprados cuidaba con tal esmero de la conservación de los muebles, exigía tal refinamiento de vigilancia a los criados, a su mujer y a sus hijos, que en realidad eran todos esclavos de aquellos costosos artefactos.
Tenían que librarse de la vigilancia de doña Cristina, para cambiar la carta que llevaba escrita con la que le entregaba Pepita en un rincón del hotel, ó en una revuelta del jardín: y gracias que contaban con el auxilio de Nicanora, la aña de su novia, la ama seca que, después de criar á la niña, se había quedado á su lado disputando su influencia, primero á la institutriz, y ahora á las doncellas y demás servidumbre femenina de la casa.
Si le establecía vigilancia, sus sospechas serían mayores, mientras si procedía abiertamente, podía conseguir desarmarlo. Girando sobre mis talones, me dirigí directamente adonde se había parado a esperar pacientemente la llegada de Blair, según parecía. Perdone, signore exclamé en italiano, pero creo, si no estoy en un error, que nos hemos conocido... en Londres, hace un año... ¿no es verdad?
La severa vigilancia á que estaban sometidas las mujeres, acrecía las dificultades de llegar hasta ellas; excitaba los celos y el disimulo cuando intervenía la presencia de un tercero, y extremaba todo esto la violencia del amor, é inflamaba con más fuerzas los deseos.
Palabra del Dia
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