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Actualizado: 10 de julio de 2025
Algunas vestales viejas murmuran de ella, pero mas obras de beneficencia hace ella sola que todas juntas las que la muerden; no cometiera la mas leve injusticia por todos los intereses del mundo; á su amante le da siempre consejos generosos; solo su gloria la ocupa, y se sonrojaria él si en su presencia malograra una sola ocasion de obrar bien; porque no hay mayor estímulo para virtuosas acciones, que tener por juez y testigo de su conducta una amada cuyo aprecio anhela uno á merecer.
Sus pinturas eran descarnados cuadros, y sus tipos predilectos los más extraños y deformes seres. Un curioso aficionado á la estadística, hizo constar que en una de sus novelas salían veintiocho jorobados, ochenta tuertos, sesenta mujeres de estas que llaman del partido, hasta dos docenas y media de viejos verdes, y otras tantas viejas embaucadoras.
Bueno fuera, exclamó la más cariavinagrada de aquellas viejas, que despojásemos á Madama Ester de su hermoso traje, y en vez de esa letra roja tan primorosamente bordada, le claváramos una hecha de un pedazo de esta franela que uso para mi reumatismo.
Después, el amable capitán de la guardia africana entró en la biblioteca de Abu-Melik y de Ben-Farax, y en ésta encabestró a buen ojo cuatro poetas que escribían sendas cásidas de versos, presumiendo con ello dirigir al género humano, y en la otra atrailló a cuatro escritores graves que refutando hechos, desmintiendo las crónicas viejas, criticando los escritos antiguos, derramando la desconfianza y quitando la fe en todo lo tradicional, hacían de la historia una miserable controversia.
Educado para las batallas del presente, tuvo por armas las convicciones de antaño, fuertes por lo sinceras, pero quebradizas por lo viejas. Llegada la época de abandonar el Seminario, el obispo le llamó a su despacho, y le habló de esta, suerte: «Vamos a separarnos.
A este tiempo habia sacado en procesion el Prior de San Agustin, acompañado de las comunidades de San Francisco y de la Merced, la devota efigie del Santo-Cristo de Burgos, llevándole en procesion por las calles, plazas y extramuros de la villa, pero solo le acompañaban las viejas: y sin hacer aprecio ni respetar tan sagrada imagen, se ocupaban los criollos, unidos con los indios, en saquear la casa del corregidor.
La gente baja, menestrales acomodadas, y viejas beatas de medios de vida problemáticos, se aprovechaban del veraneo de las señoras distinguidas, para apoderarse del templo bonito y de sus santos sacerdotes. Pepita y su madre se arrodillaron cerca de un confesonario; el que más gente tenía formada ante sus rejillas. Tardaría mucho en llegarles el turno para la confesión.
Me deja usted estupefacto, señora... Después de todo añadió volviendo a tomar su aspecto profesional, tengo tan poco tiempo para ocuparme en semejante cuestión, que me dispensará usted si me declaro incompetente. Sí, lo comprendo respondió la abuela. Pero dígame usted, entre nosotros, ¿qué piensa usted de estas jóvenes de hoy? Que son muy viejas para su edad.
Ha llegado tarde este año, pero el que viene... ¡Pobre Santa Catalina! Ya puede aprovechar lo poco que le queda... ¡Viva San Pablo!... 25 de noviembre. Hoy gran fiesta para las solteras, jóvenes y viejas. A primera hora, esta mañana, Celestina, de muy buen humor, se paseaba en su cocina con ardor febril. Pero, mujer, te estás cansando le dije con conmiseración.
Es que usted es navarra y con sal y yo quiero probar de esa sal replicó Martín. Pues tenga usted cuidado no le haga daño. ¿Quién lleva usted en el coche? Unas viejas. ¿Volverá usted por aquí? En cuanto pueda. Pues, adiós. Adiós, hermosa. Oiga usted. Si le preguntan por donde hemos ido diga usted que nos hemos quedado aquí. Bueno, así lo haré. El coche pasó por delante de Los Arcos.
Palabra del Dia
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