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Actualizado: 10 de julio de 2025
Viejas paredes en ruinas, cubiertas de celedonia medio marchita, salían a derecha e izquierda de una confusión de escaramujos y de espinos: eran los restos del antiguo castillo, sobre cuyos escombros se había instalado la granja. De todo aquello se exhalaba como un soplo de muerte y de putrefacción.
Ya no morirá la calle Alta, aunque acaben de caer las pocas casas viejas que le restan en pie, porque consagrada queda en el arte hasta la menor de sus piedras.
Algunos minutos antes de llegar á su vivienda, cerca de la alquería azul donde las muchachas bailaban los domingos, el camino se estrangulaba, formando varias curvas. A un lado, un ribazo alto coronado por doble fila de viejas moreras; al otro, una ancha acequia, cuyos bordes en pendiente estaban cubiertos por espesos y altos cañares.
Azorín ha visto que la monja gruesa le enseñaba el papel a la morena y que ésta sonreía con una sonrisa suave, con una sonrisa divina, enseñando sus blancos dientes, poniendo en éxtasis los ojos. ¿De qué sonreía esta monja? Han subido al tren las dos jóvenes y se han quedado en tierra las dos viejas. La locomotora silba. Unas y otras se han despedido y se hacían recomendaciones mutuas.
Después de guardarlo con llave en un baúl lleno de cosas viejas, volvió al lado de su marido, que se había quedado absorto, midiendo sin duda con azorado pensamiento la enorme distancia que en su ser había entre los arranques de la voluntad y la ineficacia de su desmayada acción.
Si fuesen viejas las tres, ¿dirían algo aquellas malas lenguas?... Pero en tal momento cruzó por mi mente un pensamiento contestando a esta reflexión: «Si fuesen viejas las tres, ¿las acompañarías tú tan asiduamente?» Tuve que confesarme que no. Si las tres fuesen viejas las acompañaría menos, y si fuesen todas como la madre Florentina casi nada.
Su vida nueva despertaba los sentidos de Silas a punto de reanimar la alegría de éste, aun a la vista de las viejas moscas adormecidas por el invierno que salían con esfuerzo arrastrándose al sentir los primeros rayos del sol de primavera. La niña reavivaba la alegría del tejedor, porque ella misma era alegre.
Y el capitán no pudo resistirse á los ojos maliciosos y la sonrisa terceril de la cocinera. Se vió en una especie de hall semejante á la fachada, con chimenea gótica de alabastro imitando el roble, grandes jarros de porcelana, pipas de tamaño de bastones y armas viejas adornando las paredes. Varias estampas reproduciendo cuadros modernos de Munich alternaban con estos adornos.
Pero junto con aquella pregunta, y apartándola casi por completo, nacía en su alma la visión de su antigua casa y la de las viejas calles que conducían al Patio de la Linterna. Y aquella visión contenía otra; la de los pensamientos que había tenido cuando ocurrieron aquellas escenas lejanas.
Y las viejas, en las veladas, van a tener materia para contar historias de aquí a cincuenta años. Compañeros dijo Hullin , todos vosotros conocéis el país y tenéis presente la sierra, desde Thann hasta Wissemburg.
Palabra del Dia
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