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Actualizado: 1 de julio de 2025
Clavado al pié de aquel trofeo de otras victorias, procuré ver si podia distinguir algun geroglífico, á favor de los rayos de la luna, deseando probar el efecto que produciria en mi inteligencia.
Cuando está en el tabernáculo canta con mucha melodía mientras bailan las mujeres, siguiendo y repitiendo éstas el canto de la diosa, cuyo contenido es sus guerras y victorias. Síguese después la ceremonia del brindis y de las ofrendas, y luego vuela por los aires con grande aplauso y fiesta del pueblo.
A la distancia, en la fuerte claridad del día sereno, su apariencia atónita, simple, tenía para ella algo de hostil, como algunos minutos antes, en el templo de las Victorias, las caras de las imágenes y las cruces doradas. Adriana apresuró el paso, con una amargura sin nombre. No hablaron una palabra en el camino.
Le rodean hermosas mujeres; pero si siente subir a lo largo del espinazo el alegre cosquilleo de la juventud, la savia de la primavera de la vida, la predisposición genésica de una familia que sólo fue notable y alcanzó victorias en las luchas de amor, ha de permanecer frío y austero ante la mirada vigilante de su madre, que sabe que el apasionamiento carnal puede acabar rápidamente con una vida débil y macilenta.
En una de las tiendas contiguas al pasaje de la calle Montmartre, cerca del Mercado Nuevo, han llevado á mi mujer diez sueldos por unas trencillas que cuestan dos en la plaza de las Victorias, siendo estas últimas tal vez de mejor calidad. Notaron que era extranjera, y la llevaron cinco veces más de lo justo.
Aunque maltratada por tan deshecha tormenta, debió quedar en pié al abrigo de la Sierra la preciosa flor plantada por An-nasír para otra flor la mas querida de su harem. Un rey cristiano prendado de ella, confiado en el prestigio de sus victorias y en el abatimiento del Islam, la pidió para su esposa á su nuevo dueño el régulo de Sevilla.
Pocos ignorarán sin duda las grandes victorias de Carlomagno contra los pueblos indómitos de la Germania. Antes de dirigir el célebre rey franco sus fuerzas hácia España, habia alcanzado en Paderborn un ruidoso triunfo, que mencionamos aqui por lo mucho que redundó en gloria y propagacion del cristianismo.
No se olvide usted de que me pertenecen.» Al pronunciar estas palabras, el desconocido se detuvo otra vez, y viendo la turbación y la duda que se retrataban en mi rostro, dijo: «Ya le había anunciado a usted, joven; le cuesta trabajo creerme; todo esto le parece un sueño, una quimera... ¡A mí también!... Y, sin embargo, los grados, los honores que obtuve no eran una ilusión; los soldados que llevé al combate, los reductos tomados, las banderas conquistadas al enemigo, las victorias que tanto asombro causaron a Francia... todo esto fue obra mía, toda esta gloria me pertenece.»
Díjose entonces en España por proverbio «Los Gelves, madre, malos son de ganar ,» aunque no pudiera presentirse que habían de ser teatro de desastre harto más serio, por uno de los mayores de la historia militar española, así en pérdidas de personal y material, como en la más sensible de la reputación y de la confianza ganada con tantas victorias anteriores.
Causó notable admiracion entre los Griegos la brevedad con que se alcanzó tan señalada victoria, y el pueblo la celebró con alabanzas, libre del temor de los Turcos, que insolentes con las victorias alcanzadas de los Griegos de la otra parte del estrecho amenazaban la Ciudad, con los alfanges desnudos; pero casi toda la nobleza, que como fuera justo debiera mostrarse más agradecida á tan grande beneficio, manifestó el veneno de sus ánimos, que la envidia de la agena felicidad no dió lugar á que se pudiese mas encubrir.
Palabra del Dia
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