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21 Después fui a las partes de Siria y de Cilicia; 22 y no era conocido de vista a las Iglesias de Judea, que eran en el Cristo; 23 solamente habían oído decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que en otro tiempo destruía. 24 Y glorificaban a Dios por . 1 Después, pasados catorce años, fui otra vez a Jerusalén juntamente con Bernabé, tomando también conmigo a Tito.

Si usted confiesa esos defectos en su sociedad, repuso Isagani, ¿por qué entonces meterse á arreglar sociedades agenas en vez de ocuparse antes de misma? Vamos alejándonos de nuestra cuestion, joven; la teoría de los hechos consumados debe aceptarse...

Toda vez que llegaba a tener carne que asar, la reservaba para la comida.

Allí pasó la niñez y llegó a la adolescencia Fermín, a quien su madre había deseado hacer clérigo. «Pastor y vaquero ha de ser, como su abuelo y como su padre», gritaba el licenciado cada vez que la madre hablaba de mandar al niño a aprender latín con el cura de Matalerejo. El comercio de ganado no fue mejor que el de vino.

Amigas de Dios continuó muy recio, de modo que lo oyera la intrusa : mi papá vino de las Indias el año pasado..., y trajo cinco fragatas cargadas de onzas..., y un negrito para que le sirviera el chocolate...; y es tan rico, que se cartea con el rey de las Indias...; y a me da dos reales cada vez que es su santo..., y yo los echo en lo que me da la gana...; y tengo tres muñecas de resorte, y un muestrario de botones que le regaló a mamá para una modista que quitó la tienda...; y tengo dos marmotas de lana para ir al colegio en el invierno..., porque yo voy al colegio, y no a la escuela de zurri-burri, como algunas infelices... que yo conozco..., y puede que no estén muy lejos de aquí.

Aunque no fiaba mucho de mi memoria ni de mi sensibilidad artística, creía yo que aquel panorama, con ser montañés de pura casta, se diferenciaba mucho de los que yo había visto «abajo» alguna vez: era pariente de ellos, sin duda, pero no en primer grado.

Comía una vez por año en casa de su obispo, monseñor Faubert, prelado amable y rico, que recibía con bastante largueza.

Imaginan tambien que las deidades de los españoles hicieron otro tanto con ellos, pero que en vez de proveerlos de lanzas, arcos, &a., les dieron escopetas y espadas, y suponen que las bestias, aves y animales menores fueron criados; que los mas ligeros salieron inmediatamente de sus cuevas; pero que los toros y vacas, siendo los últimos, espantaron de tal modo los indios, por razon de sus astas, que inmediatamente taparon las bocas de las cuevas con piedras grandes, á lo cual atribuyen la falta de ganado vacuno en aquel país, hasta que los españoles lo llevaron allí, quienes con mas cordura los dejaron salir de sus cuevas.

Un milagro, un favor divino, según parecía, permitían a la boca cerrada para siempre abrirse una vez más para devolver el reposo al muy amado. El doctor exhaló un profundo suspiro: había tomado su resolución. ¿Y si ella lo hubiera pensado, Roberto dijo, si hubiera pensado en contestarte desde el fondo de su tumba? Roberto lanzó un grito y lo asió por la muñeca. ¿Qué quieres decir con eso, tío?

Pero la zarpita blanca y sonrosada, en vez de achicarse bajo la presión involuntaria y brutal, que habría hecho lanzar a otra un grito de dolor, se crispó con vigoroso esfuerzo, librándose fácilmente de este encierro: Le agradezco mucho que haya venido. Encantada de conocerle.