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Actualizado: 18 de octubre de 2025
Este no llevaba falda ni toca mujeriles. Iba casi desnudo, como los hombres condenados al trabajo, con una tela arrollada á los riñones por toda vestidura y mostrando los musculosos relieves de un cuerpo armoniosamente formado. Antes de reconocerlo con sus ojos, sintió el gigante que un instinto fraternal despertaba en su interior para avisarle quién era.
Esta que es la poesia verdadera, La grave, la discreta, la elegante, Dixo Mercurio, la alta y la sincera, Siempre con vestidura rozagante Se muestra en qualquier acto que se halla, Quando á su profesion es importante. Nunca se inclina, ó sirve á la canalla Trobadora, maligna y trafalmeja, Que en lo que mas ignora, menos calla.
El príncipe interrumpe con su mudo llamamiento unas explicaciones de la guerra que hacen estremecer á las dos damas. Coronel: un asunto de honor. Quiero batirme mañana. Busca otro padrino. Toledo parece desconcertado por la orden. Su primer pensamiento vuela hasta Villa-Sirena. Ve el negro levitón, la vestidura solemne del honor pronta á salir de su encierro.
Cada pueblo dará, digámoslo así, nueva vestidura á la naturaleza que le rodee. Con campos y caminos, moradas y construcciones de todo género, por la agrupación impuesta á los árboles, por el ordenamiento general de los paisajes, la población dará la medida de su ideal propio.
Vió un hombre ante el piano llevando por toda vestidura una bata japonesa, un kimono femenil de color rosa, con pájaros de oro, perteneciente á su Chichí. En otra ocasión hubiese lanzado una carcajada al contemplar á este guerrero, enjuto, huesoso, de ojos crueles, sacando por las mangas sueltas unos brazos nervudos, en una de cuyas muñecas seguía brillando la pulsera de oro.
En cuanto a su vestidura, se componía de una falda de lana muy corta y sucia y de una camisola de lienzo bastante blanca; sus curtidos bracillos musculosos, cubiertos de vello dorado, estaban desnudos hasta el codo, a pesar del intenso frío que hace en el invierno a tal altura; en fin, por todo calzado llevaba dos enormes chanclos destrozados.
Pero mis palabras, débiles mariposas, apenas si podrán en su vuelo llegar hasta vosotros, y apenas si podrán expresar el sobrenatural trastorno que de mí se ha apoderado, desde que sé, porque lo he prometido, que es deber mío rememorar su vida llena de sacrificios y perdones, recordar sus doctrinas bañadas de fe y amor, decir algo que sea de su literatura y poesía originales, rendir mi homenaje de admiración y de cariño entrañable al hombre sin tacha, a pesar de fealdades e impurezas de la tierra, al hombre dulce y amable, que es hoy, al cabo de quince larguísimos años de desaparecido, luz serena y deleitosa en mi cerebro, ternura y bondad y alas en mi corazón... ¡Su vida! ¿Y podrá el pensamiento desbordado seguirla en su carrera de gloria y de dolor? ¿Podrá la palabra humana, humo y cáscara, y vestidura tantas veces de las más bajas pasiones, relatar tanta grandeza como encierra su vida?
Pero todo esto no impedía que las buenas huertanas se entusiasmasen ante su obra. «¡Miradlo!... ¡Si parecía dormido! ¡Tan hermoso! ¡tan sonrosado!...» Jamás se había visto un albaet como este. Y llenaban de flores los huecos de su caja: flores sobre la blanca vestidura, flores esparcidas en la mesa, apiladas, formando ramos en los extremos.
Era la hora del ocaso y los rayos del sol que se ponía hacían más intensa la roja vestidura del prócer. Al principio el regreso del Conde fué escasamente comentado en la Ciudad, porque había casi, desaparecido su memoria.
11 y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante, y allí parará la hinchazón de tus ondas. 12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar, 13 para que ocupe los fines de la tierra, y que sean sacudidos de ella los impíos? 14 Trasmudándose como lodo de sello, y parándose como vestidura;
Palabra del Dia
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