Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de julio de 2025
Vestía los huecos y floreados guardainfantes que le enviaban de las mejores tiendas de Lima, con perlas en el pecho, perlas en las orejas, perlas esparcidas por todo el traje. Más allá del estrado, sentadas en el suelo y con las piernas cruzadas, estaban unas cuantas negras con sayas de blancura deslumbradora.
El arquero saludó y se dirigió apresuradamente á proa. Sir Oliver no tardó en reunirse á su amigo y ambos caballeros empezaron á pasear sobre cubierta, observando y comentando la vista de la ciudad. Vestía el barón un traje de terciopelo negro, con gorra redonda de igual material y color, y sujeto á ésta el guante de la baronesa, cubierto en parte por rizada pluma blanca. Con la modestia aparente del rico pero obscuro traje contrastaban los brillantes arreos de Sir Oliver, vestido á la última moda, con justillo, calzón y capa corta de terciopelo verde, acuchilladas de rojo las mangas y con birrete rojo también y de gran tamaño. Las puntas de su calzado, encorvadas
Era corpulento, la barba negra y enmarañada, la nariz grande y aguileña; vestía blusa azul, pantalones de color y alpargatas; en la cabeza llevaba boina negra. Vi con perfecta claridad lo que iba á suceder.
No había más que ver a aquel jinete para clasificarlo entre los que, sirviéndonos de una palabra de la época, llamaremos lechuguinos. Era un joven que aparentaba tener unos veinticuatro años, y vestía con estudiada sencillez, que revelaba en él esos hábitos aristocráticos que se adquieren desde la cuna y que no puede crear la educación en aquellos que no los posean ya de un modo natural.
Manejaba el hermoso corcel con gracia soberana y vestía rica túnica de seda blanca bordada de pequeñas flores de lis de oro, flotante de sus hombros luengo manto de púrpura.
Había sin embargo uno que parecía estraño á tanto afan, á tanta curiosidad. Era un hombre alto, delgado, que andaba lentamente arrastrando una pierna rígida. Vestía una miserable americana color de café y un pantalon á cuadros, sucio, que modelaba sus miembros huesudos y delgados.
Cuando Petra iba a atravesar el umbral, ocupó la puerta por completo una mujer tan alta casi como el Magistral y que parecía más ancha de hombros; tenía la figura cortada a hachazos, vestía como una percha. Era doña Paula, la madre del Provisor. Tenía sesenta años, que parecían poco más de cincuenta.
Y soltando el brazo de don Víctor corrió, levantando un poco la falda de la matinée que vestía, hasta perderse en la obscuridad de la bóveda. Quintanar la siguió dando voces: Espera, espera... loca, que puedes tropezar.
D. Pedro no salía jamás a la calle sin ir acompañado de un su criado o mayordomo, hombre zafio, que vestía el traje del labriego del país, esto es, calzón corto con medias de lana, chaqueta de bayeta verde y ancho sombrero calañés.
Y no había más que verle para convencerse de ello: ya era otro hombre; vestía con más esmero que antes; miraba con más firmeza; andaba mejor; hablaba menos, pero más al caso... en fin, no era ya el muchachón aturdido y abandonado a sus rarezas, sino el mozo discreto y convencido de algo, con su poco de carácter y su sello de legítima personalidad.
Palabra del Dia
Otros Mirando