Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 29 de noviembre de 2025
Me complazco figurarme, por ejemplo, al ilustre general von der Than ligero de ropas, según la antigua usanza, en medio de un verde jardinillo, con un hermoso pedestal adornado con bajos relieves que representen por un lado los Guerreros bávaros incendiando la aldea de Bareilles, y por el otro, los Guerreros bávaros rematando a los heridos franceses en la ambulancia de Woerth. ¡Qué grandioso monumento será!
Vi la inundación. Aquello es un arrabal de gentes muy pobres, que viven en ranchos o en casitas hechas casi todas con planchas de cinc y pintadas de verde y de rojo. Estas desaparecían bajo la llanura de agua; sólo asomaban algunos techos, que se iban poco a poco achicando.
La capital dominadora y triunfante parecía abrumar el espacio con su pesada grandeza. Reía, destacándose sobre el azul del cielo, con el temblor de las grandes vidrieras de sus palacios heridas por el sol, con la blancura de sus muros, con el verde rumoroso de sus jardines, con la esbeltez de las torres de sus iglesias.
¿Pues y este ciervo, con la cruz que sobre su cabeza destella como una aparición portentosa? Es perfecto; no he visto ciervos más naturales en los bosques de Bere. Mira la hierba, de un verde claro, que parece movida por el viento. ¡Por vida de! Cuanto he pintado hasta la fecha ha sido juego de niños.
La naturaleza cambia lentamente, a medida que avanzamos: al principio, el río, ancho y majestuoso, corre entre orillas de un verde intenso, pero la vegetación, si bien tupida y exuberante, no alcanza las proporciones con que empieza a presentarse a nuestros ojos. A la izquierda, vemos el cuadro inimitable de la Sierra Nevada, que, cruzando el Estado de Magdalena, va a extinguirse cerca del mar.
Sin duda la impresión que dejó en mí aquella obra de arte, que contemplé durante cuatro años, fue causa de que modificara mis ideas respecto al traje de contrabandista del grande hombre, y en lo sucesivo me lo representé vestido de cardenal y montado en un caballo verde.
Rubín se puso verde y le salió un amargor intensísimo del corazón a los labios. «No es eso, tía, no es eso sostuvo, entrando en posesión de sí mismo . No es mujer de mala vida. La han engañado a usted». El que me ha engañado eres tú con tus encogimientos y tus timideces... Pero ahora lo veremos.
En estos y otros razonamientos iban los andantes, caballero y escudero, cuando vieron, habiendo andado poco más de una legua, que encima de la yerba de un pradillo verde, encima de sus capas, estaban comiendo hasta una docena de hombres, vestidos de labradores.
El sol concluía su carrera, y no se descubría el menor aviso de habitación humana en ningún punto del horizonte; no se veía más, sino la dehesa sin fin, desierto verde y uniforme como el océano. Fritz Stein, a quien sin duda han reconocido ya nuestros lectores, conoció demasiado tarde que su impaciencia le había inducido a contar con más fuerzas que las que tenía.
Veían las cocinas con los pucheros armados sobre las ascuas, las artesas de lavar junto a la puerta, y allá en el testero de las breves estancias la indispensable cómoda con su hule, el velón con pantalla verde y en la pared una especie de altarucho formado por diferentes estampas, alguna lámina al cromo de prospectos o periódicos satíricos, y muchas fotografías.
Palabra del Dia
Otros Mirando