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Actualizado: 23 de junio de 2025
Vicenza tiene, como es indispensable en Italia, muchas iglesias; aunque no ví la ciudad, conté al pasar mas de treinta torres, entre las que descuella una altísima. La campiña, desde Milan hasta cerca de Venecia, es soberbia y admirable: el cielo azul, sereno, bellísimo; el aspecto de las ciudades que salen al paso, encantador.
Sus lienzos desiguales y abandonados, sus viejos torreones, su balconaje oscuro y pobre, su mezquina estatura que no llega ni con mucho á la talla de los palacios, todo su conjunto en una palabra no ofrece nada que admirar, razon por la que seguimos adelante, y á la verdad que es un apuro no pequeño para mí, que no sé donde llevar al lector: ¡tan diferente es Turin de Venecia !
Mira estos edificios, San Marcos de Venecia, Santa Sofía, el Escorial... ¡Ay! Isidora, Isidora, yo te amo, yo te idolatro. ¡Qué hermoso es el mundo! ¡Qué bella está la tarde! ¡Cómo alumbra el sol! ¡Qué linda eres y yo qué feliz!».
Al acercarse a su mujer se le ocurrió recordar al moro de Venecia, de cuya historia sabía por la ópera de Rossini; sí, él era Otello y su mujer Desdémona... sólo que al revés, es decir, él venía a ser un Desdémono y su esposa podía muy bien ser una Otela, que genio para ello no le faltaba. Lo principal, por lo pronto, era averiguar si dormía.
Visité por de contado, al dia siguiente de llegar á Venecia, las célebres é históricas casas que habitaron Canova, Ticiano, y el Petrarca. Ví tambien en el Palacio Ducal el cuarto en que estuvo preso el immortal Silvio Pellico. La casa que habitó Canova tiene una inscripcion sobre la puerta que lo indica; está en una plazuelita que se llama de San Márcos.
Aparte de sus generales y conquistadores ilustres, ella ha dado nacimiento al Ticiano, á Tintoreto, á Canova, á mil y mil celebridades, que la han llenado de cuadros y estatuas, de cuadros y estatuas modelos; solo así se cree ser cierto lo que el viajero ve en Venecia; solo recordando su historia, se explica y comprende su magnífica grandeza.
A la izquierda de la iglesia, se levanta aislada una alta torre que llaman Campanella. Arcos prodigiosos, de gusto, de arte, de belleza, de formas, dan vuelta á las tres fachadas de la plaza. Debajo de ellas se ofrecen entre un profuso alumbrado de gas centenares de elegantes tiendas y cafés. La plaza de San Márcos, como toda Venecia, sin exceptuar una sola calle, está muy bien embaldosada.
Voy á esperarla á Venecia, y atravesarémos la Francia para ir á Italia: ¿me acompañará vm.? Con mil amores, respondió Martin; dicen que Venecia solo para los nobles Venecianos es buena, puesto que hacen mucho agasajo á los extrangeros que llevan mucho dinero: yo no le tengo, pero vm. sí, y le seguiré adonde quiera que fuere.
En la piazzetta de San Márcos, tocando con la Plaza y dando el frente al Gran Canal, dos gigantes columnas de granito, traidas de Alejandría, coronadas la una por una estatua de San Teodoro, primer patron de Venecia, la otra por un leon, símbolo de la fuerza: son de una sola pieza, admirables.
Solo consigo mismo, ante un espejo de Venecia que le mostraba sin piedad su nueva imagen, cayó Alfredo L'Ambert en un abatimiento profundo.
Palabra del Dia
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