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Actualizado: 10 de julio de 2025
Excepto la estacion del ferrocarril, que hace pensar en lo porvenir, todo lo demas incita á dejar vagar el espíritu en la region de lo pasado. Si, subiendo á la alta torre que domina el gran patio de la mezquita-catedral, se contempla toda la ciudad y sus campos vecinos, el espectáculo es bello pero triste. Cada objeto es una evocacion.
Su mirada, dejando de vagar, se fijó en un punto al principio incierto, pero que bien pronto pareció distinguir mejor; en fin, poniéndose las manos encima de las cejas, para aislarse mejor de los rayos del sol, permaneció un instante contemplativa, después sus facciones adquirieron una viva expresión de temor, y en dos saltos se plantó en la cámara de Kernok.
Encontraban un ejercicio suficiente en sus ocupaciones domésticas. De modo que cuando estaba sola, Nancy se sentaba generalmente con la Biblia de Mant por delante y, después de haber seguido con la vista el texto algunos momentos, dejaba vagar poco a poco sus pensamientos en la imposibilidad de concentrarlos.
Así, cuando mi alma se desprendió de sus juveniles ilusiones y cuando no encontró ya nada que la pudiera retener entre los hombres, espió los secretos de las tinieblas y las alegrías silenciosas de la soledad, comenzó a vagar por las moradas de la muerte y bajo los gemidos del aquilón; por eso ella ama las ruinas, la oscuridad, los abismos, todo lo que la naturaleza tiene de terrorífico, y por eso ha estudiado, sin necesidad de buscar otro modelo, algunos de los caracteres del infortunio.
Estaba el que va para la escuela con su cartera de estudio, y el pillete descalzo que no hace más que vagar. Por el vestido se diferenciaban poco, y menos aún por el lenguaje, que era duro y con inflexiones dejosas. «Chicooo... mia éste... Que te rompo la cara... ¿sabeees...?».
En fin, después de un largo rato de vagar por aquellos lejanos países se levantó de la silla y se dispuso a marcharse. No quería estorbar; sin duda irían a comer... Tristán asombrado también se levantó del asiento y le acompañó hasta la puerta del despacho, pero una vez allí no pudo menos de decirle: ¿Se ha olvidado usted de que tenía que hablarme de cierto asunto?
Creyó que Dios la abandonaba ó que no había Dios; que su destino la obligaba á optar entre la inquisición espantosa de las dos Porreñas, y aquel abandono, aquel vagar por un desierto, repelida por todos ó solicitada por la depravación ó el vicio. Se decidió á hacer otra tentativa. Detúvose ante un hombre que, con un farol y un gancho, revolvía escombros, y le hizo su pregunta.
Durante el dia permanecen ocultos debajo de los techos, exhalando un fuertísimo olor, semejante al del almizcle. Cuando llega la noche, millares de ellos salen á vagar por el aire persiguiendo encarnizadamente á los mosquitos sin llegar jamas á destruirlos.
Por esto le gustaba más, cuando el tiempo no era muy frío, vagar por las calles, embozadito en su pañosa, viendo escaparates y la gente que iba y venía, parándose en los corros en que cantaba un ciego, y mirando por las ventanas de los cafés.
Cansado, molido y triste me retiré a casa después de vagar cuatro o cinco horas por las calles: al pasar por la Puerta del Sol oí pregonar La Abeja a cuarto. «¡Ah, tunante! grité ciego de cólera, sacudiendo a un chiquillo por el cuello bien se conoce que a tí no te ha costado nada!» Aquella rebaja de precio me parecía una vergonzosa degradación.
Palabra del Dia
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