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Actualizado: 10 de julio de 2025
De noche me echaba yo a vagar por las últimas calles de la ciudad, o iba a sentarme en el cementerio de San Antonio, al pie de un ciprés, cerca del lugar en que Angelina me dijo, cuando le pregunté si me amaría siempre: ¡Cómo hoy, como mañana, hasta después de muerta!
El antiguo jardín sólo os pide otra vez, por su nueva eclosión, que tengáis para él una eterna canción, una voz de querer, un espíritu afín y una sed de habitar con la Reina Ilusión. El vivir es el hoy; nadie sabe el después: ¿a qué tristes vivir, a qué solos vagar sin un lazo de unión que nos pueda estrechar y, aunque herida la sien y maltrechos los piés, nos dé amor de vivir, de soñar y cantar?
Lleno de regocijo al verme rodeado de una naturaleza, tan diferente de la que me habian presentado la vertiente occidental y los llanos de la cordillera, quise, ántes de ocultarme bajo esta bóveda de nubes, vagar libremente algunos instantes por sobre la region del trueno.
Entre todas las naciones del mundo no se hallaria otra mas inquieta, ni mas inclinada á vagar que esta; porque ni una extrema vejez, ceguera, ú otro cualquier mal, es capaz de contenerlos; son fuertes, bien hechos, y no tan cetrinos como los otros indios.
Había llegado el momento de dar fin a la eterna zarabanda, a la interminable clasificación, a los nuevos arreglos que tenían en perpetuo movimiento las obras artísticas, desorientando al público y haciéndole vagar de uno a otro salón como en un dédalo. Al primero que moviese de su sitio un cuadro o una estatua, un tiro en la cabeza: he dicho.
Desde tal día, el servicio en la Cortadura y en Matagorda me entretuvo algún tiempo, y no me fueron posibles aquellas visitas, ya tristísimas, ya alegres, que hacía a Cádiz; pero al fin, como el asedio no era penoso, disfruté de algún vagar, y un día púseme en camino de la calle Ancha, con intento de resolver allí qué dirección tomar.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé a pasear la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un cadete de Estado Mayor. Después de todo, aquí nadie me conoce me iba repitiendo a cada instante, a fin de comunicarme alientos para seguir paseando. Además, yo no tengo nada que hacer ahora; y lo mismo da vagar por un lado que por otro.
Al fin se hizo la oscuridad, nos dimos las buenas noches, todo quedó en silencio y mientras, con los ojos abiertos como ascuas, mirábamos el techo invisible, el espíritu comenzó a vagar por mundos lejanos, a recordar, a esperar, a echar globos, según la frase característica de los colombianos.
Si hubiera yo de seguir contando y pintando circunstanciadamente las cosas, escribiría un tomo de quinientas o seiscientas páginas. Demos, pues, punto aquí: y, gracias a que este artículo no peque por largo, y a que tenga el lector la suficiente indulgencia, vagar y calma, para leerle todo sin enojo, fatiga ni bostezo.
Temo que se ofenda mi señora doña Inés, a quien bien quiero y a quien debo mil favores. Y temo más aún que se ofenda don Paco, quien..., fuera disimulo, ya es tiempo de que lo sepa vuecencia si no lo sabe..., es mi novio. ¿Y cómo dijo don Andrés recelas tú que don Paco se escape otra vez y se vaya a vagar por esos andurriales?
Palabra del Dia
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