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Actualizado: 10 de julio de 2025
Gabriela volvió el Lunes de Pascua. ¡Dichoso el momento en que la ví! Aquellos cinco días de ausencia fueron siglos para mí. ¡Cómo eché de menos a la joven! Recorría yo la casa en busca de ella; me iba yo a vagar por el jardín, imaginándome que allí la encontraría, y turnaba yo a mi cuarto desconsolado y abatido.
El pais de los Puelches, ó gente oriental, está juntamente entre el rio Huique, y el primero Desaguadero, ó rio Colorado, y se extiende al segundo Desaguadero ó Rio Negro; pero vagan continuamente, moviendo sus habitaciones, y separándose por motivos frívolos, y muchas veces sin mas razon, que su natural inclinacion á vagar.
Imaginaba entonces dejar a un tiempo esta vida con Beatriz para renacer allá, en las regiones inefables, y vagar a solas con ella, aspirando ese céfiro divino que parece estremecer las constelaciones. Durante algunos días su cerebro llegó a desquiciarse.
Tomaba yo el portante, y cuando salía muy contrariado y mohino, al detenerme en la puerta para quitar la aldabilla, sentía yo en pos de mí las miradas de la huérfana. Más de una vez me volví rápidamente, y siempre logré sorprenderla en momentos en que me veía con cariñosa curiosidad. Después de vagar una o dos horas por los callejones o en la alameda de Santa Catalina, volvía yo a casa.
De libros eruditos, si tratan de cosas que pasaron mucho tiempo há, los periódicos no suelen decir nada ni tienen espacio ni vagar para ello.
Ella, que había reído otras veces de esta musiquilla artificial y refinada, sintió que las lágrimas se agolpaban ahora en sus ojos. ¡No poder amar á nadie! murmuró . ¡Vagar sola por el mundo!... ¡Tan hermoso que es el amor! Adivinó lo que iba á decir Ferragut, sus protestas de eterna pasión, sus ofrecimientos de unir su vida á la de ella para siempre, y cortó sus palabras con un gesto enérgico.
Agradábale más vagar solo que en compañía de Olmedo, porque este le distraía, y el goce de Maximiliano consistía en pensar e imaginar libremente y a sus anchas, figurándose realidades y volando sin tropiezo por los espacios de lo posible, aunque fuera improbable.
Pero ahora, al pensar en las audacias que se permitió el día de Corpus y otras muchas realizadas por el bolsista en sus diarias visitas, doña Manuela deteníase avergonzada, y a estar iluminado el salón, se hubiera visto su rubor. Ella, que hacía tantos años no se acordaba para nada de Melchor Peña, sentíalo vagar en torno como un espíritu guardián de su honrada viudez.
Luego de vagar por los recovecos del archipiélago griego, pasaban los Dardanelos, pasaban el Bósforo, conmoviendo con el hervor de su galopada invisible los dos callejones acuáticos, y dando la vuelta á la copa del mar Negro, volvían, diezmados pero impetuosos, á las profundidades del Mediterráneo.
Y el amante sin venir... Sintió impulsos de salir en su busca; pero ¿dónde encontrarle? Desde niña no había estado en la ciudad, desconocía sus calles, podía cruzarse, sin saberlo, con Rafael, vagar errante mientras él la esperase en el hotel. Mejor era aguardar. Acababa el día. En el cuarto extendíase la sombra del crepúsculo, confundiendo los objetos.
Palabra del Dia
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