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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Al atravesar esos campos de batalla no puede uno ménos que admirar el contraste entre la humildad y el silencio de aquellos lindos valles solitarios y recónditos, y la grandeza de las cuestiones europeas que el genio de la revolucion y el de la guerra debatieron allí sobre un campo neutral. ¡Con cuánta majestad y aterradora solemnidad debieron resonar los ecos del cañon en el seno de aquellas concavidades de granito coronadas de hielo! ¡Cuán triste es pensar que la guerra, aparte de todas sus violencias, sus horrores y los ultrajes que infiere á la humanidad y la civilizacion, comete con frecuencia el gran crímen de escoger como teatro de sus barbaridades el suelo de algun pueblo pacífico, neutral, indefenso y humilde!

La infeliz criatura ha traído la vergüenza a nuestra casa, en señal de agradecimiento... No la ultrajes, madre dijo él con un gruñido feroz. ¡Muy bien sabes que era mi novia! Ella lanzó un grito de sorpresa, y su marido hizo un ademán de extrañeza.

Luchaban unos con otros, cayendo y levantándose en revuelta confusión, mordiéndose, saltando y atropellando entre los movimientos de su horrible contienda á Batilo y al ratonero, que, revueltos entre las patas de los contendientes, recibían los ultrajes de todos.

El Casino de Vetusta ocupaba un caserón solitario, de piedra ennegrecida por los ultrajes de la humedad, en una plazuela sucia y triste cerca de San Pedro, la iglesia antiquísima vecina de la catedral. Los socios jóvenes querían mudarse, pero el cambio de domicilio sería la muerte de la sociedad según el elemento serio y de más arraigo.

Aunque el pintor continuase, bondadoso como era, recibiendo al taimado aprendiz en su casa y ayudándolo pecuniariamente, no podía pasar inadvertido para aquel ente que estorbaba, que no era con tanta frecuencia invitado a comer, que Beatriz, que se ocupaba mucho de la educación de Marcelita, evitaba el dejar a la niña a solas con él, y ante tales procederes, que Calvat consideraba verdaderos ultrajes, no había venganza que no se encontrase pronto a esgrimir contra aquella que paso a paso lo iba desalojando de una casa que él consideraba como suya.

Después de estas noticias se atrevió á salir del pabellón. Vió su jardín destrozado, pero hermoso. Los árboles guardaban impasibles los ultrajes sufridos en sus troncos. Los pájaros aleteaban con sorpresa y regocijo al verse dueños otra vez del espacio abandonado por la inundación humana. Pronto se arrepintió Desnoyers de su salida.

No obstante los desengaños, los dolores, los ultrajes sufridos por ella, debía permanecer fiel a aquel que había aceptado como compañero de su vida. ¿Acaso las faltas del marido, por extremadas que sean, autorizan a la esposa desgraciada a buscar la felicidad con otros hombres?

Sentados en andamios y teniendo a sus pies el mar, pintaban los costados del buque balanceándose sobre el abismo. Desaparecían rápidamente todos los ultrajes que las olas, el aire salino y los roces en las entradas de los puertos habían inferido al trasatlántico. La pintura se esparcía pródigamente, lo mismo que en el tocador de una coqueta vieja.

Los atentados á la civilización, los ultrajes á la humanidad y las injurias á la Patria, perpetrados por las fracciones en rebeldía, sin respetar siquiera los fueros del hogar, colocan al Gobierno, con cuya Presidencia me honro, en situación de proceder tan enérgicamente como cuando es preciso defender, á costa de los más grandes sacrificios, no solamente las instituciones republicanas y el gobierno propio, sino la honra nacional.

Esto pudiera parecer lo sumo de la virtud en unos cristianos nuevos si no hubieran pasado adelante á dejarse despedazar á gusto de los gentiles, por no faltar, como á ellos les parecía en un punto, á la santa ley de Dios. Oyeron ellos que Dios mandaba no se volviese mal por mal, y que á los ultrajes é injurias, aun en la vida, no se respondiese sino con mansedumbre y sufrimiento.

Palabra del Dia

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