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Actualizado: 13 de julio de 2025
Comprimiéndose con dos dedos de la mano la ceja izquierda, habló a Fortunata de lo buenas que debían de ser aquellas madres Micaelas, de lo bonito que sería el convento, y de las preciosas y utilísimas cosas que allí aprendería, soltando como por ensalmo la cáscara amarga y trocándose en señora, sí, en señora tan decente, que habría otras lo mismo, pero más no... más no.
Carola, engolosinada por aquel fabuloso regalo de los treinta pesos, pidió más; el estanquero se deshizo en promesas, dio largas, rogó plazos, tomose prórrogas, pasaron muchos días, no llevó un cuarto, y la corista fue trocándose rápidamente de jamona complaciente y lúbrica en arpía exigente y pedigüeña.
Aquel resentimiento que se inició en su alma iba trocándose poco a poco en lástima, porque Manolita le repitió hasta la saciedad que Jacinta sufría desdenes y horribles desaires de su marido. Llegó a sentar como principio general que todos los maridos quieren más a sus mujeres eventuales que a las fijas, aunque hay excepciones.
Ello es que ambos salimos muy agradablemente de aquel a modo de apuro, trocándose de súbito nuestra amistad y nuestro conato de amor anacrónico en el santo y puro afecto de un padre y de una hija. ¡Padre mío! dije yo y eché al Barón los brazos al cuello. Después de esta dulcísima expansión, llamé a Madame Duval para que nos hiciese compañía.
Unos con rabia atroz, otros con llanto, alzan al cielo punzador gemido, y el de unos en el de otros confundido, en concierto infernal, que crece y crece como el mar al alzarse enfurecido, hacen llegar sin tregua hasta mi oido un grito de dolor que me enloquece. Por fin, tras largas horas de ignorado martirio, el mal se aleja trocándose en hondísima amargura que ya nunca me deja.
Cuando pretendía agradar, cuando ponía empeño en seducir, aquellos ojos claros, parados, se animaban súbitamente, trocándose de inocentes en maliciosos, y aquellos labios blanquecinos que ligeramente se mordiscaba con un movimiento imperceptible, tomaban color de cereza soleada: entonces sonreía de un modo delicioso; la falsa indiferencia, el abandono fingido, se convertían en laxitud estudiada que parecía pedir mimos o prometer caricias, y la mujercita insignificante, el ser débil, quedaban transformados en sirena de ocultos y peligrosos encantos.
Presentáronse los porteros y algunos vecinos, atraídos del alboroto, y al ver reunida tanta gente, salieron las cuatro mujeres al rellano de la escalera para explicar que aquel sujeto había perdido el juicio, trocándose de la más atenta y comedida persona del mundo, en la más importuna y desvergonzada.
El valle se había trasformado en cañada, por donde un río bullicioso y cristalino corría entre angostas aunque muy deleitosas praderas. A trechos la cañada se amplificaba, como si desease merecer tal nombre; otras veces se cerraba hasta más no poder trocándose en verdadera garganta, donde había poco más espacio que el que ocupaban el camino y el río.
Sí, lo haré de muy buen grado contestó el sabio, trocándose repentinamente en el hombre más suave y meloso de la tierra. Voy á decir cómo desarrollaría yo mi pensamiento; pero han de prometerme que no he de ser interrumpido por aplausos ni otra manifestación semejante.
Su amor era semejante al agua que se desliza secreta y soterrada, hasta que llega un punto donde surge y brota, trocándose la inútil e ignorada corriente en manantial fresco y fecundo. ¿Sería don Juan quien en él apagara su sed? ¿Lo enturbiaría luego? Ello fue que tampoco aquella noche perdió el pudor sus fueros ni tuvieron por qué regocijarse los diablos.
Palabra del Dia
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