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Actualizado: 25 de julio de 2025


Así, en Bogotá, el Congreso se ha visto escarnecido, insultado, apedreado por las barras iracundas... y seguras de la impunidad. ¡Tenemos también entre nosotros tristes y análogos recuerdos!

La más leve sonrisa abría en sus mejillas dos tristes oquedades obscuras, que tal vez habían sido antes graciosos hoyuelos.

Pero ¡ay! mucho me temo acertar en mis tristes vaticinios... Me parece que Magdalena despierta; voy a verla. Hasta mañana, Amaury. »Hoy a las diez me avisó José que los médicos estaban ya reunidos en el despacho del doctor. »Me dirigí a la biblioteca y allí pude convencerme de que me era fácil verlo y oírlo todo desde aquel sitio.

No vio las almas feas tras los rostros hermosos, las almas cínicas tras los rostros severos, las almas tristes tras los rostros cómicos... Sin pensar en las almas, deleitábase ahora con los rostros hermosos, se edificaba con los severos, se divertía con los cómicos, y en todos hallaba su mérito y su interés. La alegría volvió a su corazón.

Excepto en la parte llana del istmo, expuesta siempre á inundaciones, el cultivo de la viña es casi exclusivo en las riberas poco elevadas de esos lagos. El horizonte es allí extenso y melancólico, sobre todo á la luz crepuscular de la tarde, que produce en los tres lagos un reflejo suave, cuya poesía incita á dejar vagar el espíritu en el mundo de los ensueños dulcemente tristes.

Ella le contempló con desaliento, como si se quejase, haciéndolo responsable de su desgracia. «¿Por qué me has abandonadoEl príncipe huyó: le hacía daño verla con aquel aspecto humilde y rabioso de cordero en peligro, que bala de pena y se defiende. Al anochecer volvió al Casino. Aún había quien se ocupaba de la duquesa, pero en voz baja, con ademanes tristes, como si hablase de un moribundo.

Al mismo tiempo vino a su mente un tropel de tristes reflexiones, inspiradas en parte por su lastimoso estado, en parte también por la amargura de los escritores románticos, de los cuales estaba saturado. Mas cuando se hallaba por entero embebido en ellas, he aquí que un caballo, enjaezado y sin jinete, llega y cruza velozmente.

Los ríos que se arrojaban en su seno para renovarlo eran pocos y de escaso caudal. El Ródano y el Nilo parecían tristes arroyos comparados con los cursos fluviales de otros continentes que desaguan en los océanos.

Es ya sabido quién era este Almanzor: casi todas las ciudades del norte y oriente de España conservan aun tristes recuerdos de su lanza irresistible: casi todos los campos de Castilla fueron removidos con furor por sus batallas. Llevaba encadenada á sus banderas la victoria: no regresaba á la corte sino cargado de botin, lleno de despojos, de tesoros.

El día 1.º de octubre llevaron en procesión á los cautivos al palacio del Sultán: D. Álvaro de Sande, D. Berenguer de Requesens y Don Sancho de Leyva iban á caballo; detrás marchaban los Capitanes de tres en tres, y seguían los soldados mirando tristes cómo les precedían, arrastrando por el suelo, sus estandartes y banderas, cuyas santas imágenes servían de escarnio á los mahometanos.

Palabra del Dia

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