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Actualizado: 25 de julio de 2025
A la faz terrosa del Duque había acudido un poco de color. Por la cabeza debieron pasarle ideas graves y tristes; pero en realidad no le pasó más que la siguiente: «Esta mujer me está dando una lección».
Ninguno de los entrantes o salientes hacía caso del pobre Pulido, porque ya tenían costumbre de verle impávido en su guardia, tan insensible a la nieve como al calor sofocante, con su mano extendida, mal envuelto en raída capita de paño pardo, modulando sin cesar palabras tristes, que salían congeladas de sus labios.
Por fortuna don Federico te ha prohibido cantar; y con esto no me mortificarás las orejas. La respuesta de Marisalada fue entonar a trapo tendido una canción. El pueblo andaluz tiene una infinidad de cantos; son estos boleras ya tristes, ya alegres; el olé, el fandango, la caña, tan linda como difícil de cantar, y otras con nombre propio, entre las que sobresale el romance.
"Haráse lo que fuere convenible, Le dice Venialvo, y no le pene; Y pues que es cortesano y apacible El vulgo popular, en paz me tenga, Que contra el Taborlan bastó que venga." En su falso contento mal habido Estaban estos tristes, procurando Sustentar el tiránico partido Contra quien lo impidiese, batallando.
Me parecía una voz familiar, y tenía la sensación de haberla oído ya, hacía muchísimos siglos. Chirrar d'os carros d'a Ponte Tristes campanas d'Herbón... Los carros gallegos cantan, y los poetas cantan el canto de los carros gallegos. No les hablen ustedes a estos poetas de sembradoras mecánicas ni de trilladoras automóviles.
Porque con su santo medio Nuestro bien está seguro, Que ella es nuestra fuerza y muro, Nuestra luz, nuestro remedio. SAAVEDRA haciendo oracion. Vuelve, Virgen santisima Maria, Tus ojos, que dan luz y gloria al cielo, A los tristes que lloran noche y dia, Regando con sus lagrimas el suelo.
Soñador de rara estirpe de sublimes soñadores que persiguen la anhelada redención de los dolores, heredad fosca y estéril de los seres infelices, fue su vida inmaculada de fecundas enseñanzas, en los tristes vencimientos alentar las esperanzas 35 y en las bregas afanosas restañar las cicatrices.
Y vos, señora, ordenad A Silvia lo que ha de hacer; Y vos, Silvia, á su querer Sujetad la voluntad. Cristiana, de donde eres? Eres pobre, ó eres rica? De suerte ensalzada ó chica? No me lo niegues, si quieres; Porque soi qual tú muger, Y no de entrañas tan duras, Que tus tristes desventuras No me hayan de enternecer.
No encuentra nada que decir, y, dirigiéndose a Juan, que está vuelto de espaldas, con la cabeza apoyada en el montante de la puerta, de pie a la entrada del emparrado: ¿Por qué cantabais cosas tan tristes? le dice en tono rudo. Yo mismo me sentía... no sé cómo, cuando empezasteis; y ella... ella no es más que una mujer.
Una noche, después de oír un sermón soporífero, entró en su tocador casi avergonzada de haber estado dos horas en la iglesia como una piedra; oyendo, sin piedad y sin indignación, sin lástima siquiera, necedades monótonas, tristes; viendo ceremonias que nada le decían al alma.... Oh, no, no se dijo, mientras se desnudaba yo no puedo seguir así...
Palabra del Dia
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