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Actualizado: 28 de junio de 2025
Una ligera brisa del Sudeste hinchó las velas, murmurando triste entre jarcias y obenques, y compactos y plomizos celajes aparecieron por los horizontes de la aurora, trayendo en su seno la inmensa mortaja que bien pronto cubriría todo el espacio, abriendo una hoja en la historia del ayer, y borrando una página en el libro del mañana.
A cada momento entraban sirvientes trayendo recados para ella: el doctor Trevexo la había mandado felicitar; los ministros habían hecho otro tanto; el señor Amador y el señor Palenque habían venido a hacerlo en persona. Mi tía rebosaba de orgullo y de entusiasmo.
Pian pianino llegaron los sesenta años, trayendo en pos la comitiva ordinaria de reumatismos y catarros, con todas las trazas de convertirse en crónicos. Mi tía y todos los amigos le aconsejaban que se retirase y se casase para vivir tranquilo. Fijad las mientes, doctor, en el remedio: ¡casarse para vivir tranquilo! Ya ve usted que mi tía se siente inclinada a la homeopatía.
Apoyó su mano en la frente, como si quisiese fijar sus ideas, y con voz débil y ronca dijo: ¡Marina! entró entonces no Marina, sino otra mujer, trayendo una bebida que había estado preparando. La enferma la miró. ¡Yo conozco esa cara! dijo con sorpresa. Puede ser, hermana respondió la que había entrado, con mucha dulzura . Nosotras vamos a las casas de los pobres como a las de los ricos.
Un simple bote salvó el obstáculo de la muralla divina, trayendo hasta nuestras costas á Eulame y á un Hombre-Montaña viejo, seco de cuerpo, con barba blanca, que supongo debió ser su estudioso protector.
Que él entendió que nos habían dado cámaras. Aquí fue ella, que se levantó el soldado con la espada tras el huésped, en camisa, jurando que le había de matar porque hacía burla de él, que se había hallado en la Naval San Quintín y otras, trayendo servicios en lugar de papeles que le había dado. Todos salimos tras él a tenerle, y aun no podíamos.
El herraje de los braseros parecía atizarse entonces en la sombra; pero, inmediatamente, llegaba la larga hilera de servidumbre trayendo una aurora de luminaria, que resplandecía en la palidez de los rostros, en la blancura de las lechuguillas, en el sayal amarillento de los dominicos, haciendo chispear las veneras de las Ordenes militares y los preciosos joyeles sobre los terciopelos y brocados.
Un día que su hijo venía de la calle Vaugirard trayendo muy malas noticias, le dijo: Mi querido Huberto, hay que acabar y no eternizarnos en esta situación. Si no te decides a solucionar las cosas, podemos ser sorprendidos por los acontecimientos y vernos en la imposibilidad de esquivarnos. Mientras más esperes, más difícil será eludir las responsabilidades que te amenazan.
Este se presenta armado completamente, trayendo en sus manos la lanza adornada con la cruz; al brazo un escudo, en el cual se representan los símbolos de la Pasión, y comienza la lucha para redimir los hombres.
Quedó mi corazón como ese Cielo ceniciento, como esas hojas mustias, como esas hojas yertas y crispadas... ¡Ay! pensé: el mismo octubre fué, sin duda fué en esa misma noche cuando vine al través del horror y de la bruma aquí trayendo mi doliente carga... ¡Oh, noche infausta, infausta cual ninguna! ¡Oh! ¿Qué infernal espíritu me trajo a esta región fatal de la tristura?
Palabra del Dia
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