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Actualizado: 28 de junio de 2025
El exemplo del Sol muestra esto con evidencia. Nadie sabe qual es la esencia del Sol; pero ninguno hay que dude del ser del Sol y de su presencia, quando vemos un cuerpo redondo, celeste, lucido, que despide luz y claridad de sí mismo, que nace y se pone todos los dias, trayendo el dia y la noche, y que da una vuelta entera al Cielo cada año, moviéndose por una linea, siempre la misma, desde Poniente á Levante.
Entonces el alemán bajó a su camarote a proa, y volvió prontamente trayendo una almohada, un cobertor y un capote de bayetón. Con estos auxilios hizo una especie de cama, acostó en ella a los niños y los arropó con el mayor esmero.
Una mujer elegante, de las que aquí no se usan, trayendo sus ropas y sombreros de París, su perfumería de Londres, y además amiga de reyes... Como si dijéramos marcada con el hierro de las primeras ganaderías de Europa... Andaban como locos tras de sus pasos, y la niña les permitía ciertas libertades, queriendo vivir entre ellos como un hombre.
Se retiró un instante y volvió trayendo el crucifijo de bronce, que me pasó al través de las rejas. Al tomarlo me apoderé de aquella mano morena y firme y la besé cuantas veces pude con voraz glotonería. ¡Basta, chiquillo! ¿Crees que se va a concluir de aquí a mañana? Me retiré de la reja con pena, ebrio de amor y de alegría.
D. Sancho de Leyva insistió en que enviados esquifes y barcas á tierra, y trayendo una barcada de gente, salieran á la mar las galeras: si no se descubría al amanecer la armada turca, volverían por el resto de los soldados; en caso de avistarla, procederían á lo que se decidiera. Debían quedar en el puerto dos galeras destinadas al General Duque de Medinaceli y su casa.
Los moriscos iban y venían trayendo la carne en espuertas o cacharros, mientras los impávidos halconeros esperaban, tranquilamente, junto a las aves. Debía ser harto grande la pasión de los avileses por la caza de altanería, a juzgar por aquel sinnúmero de pájaros.
Ni más ni menos se las habían dado a Teresa Panza, mujer de Sancho, la cual, desgreñada y medio desnuda, trayendo de la mano a Sanchica, su hija, acudió a ver a su marido; y, viéndole no tan bien adeliñado como ella se pensaba que había de estar un gobernador, le dijo: ¿Cómo venís así, marido mío, que me parece que venís a pie y despeado, y más traéis semejanza de desgobernado que de gobernador?
12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque era el que llevaba la palabra. 13 Y el sacerdote de Júpiter, que estaba delante de la ciudad de ellos, trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, quería con el pueblo sacrificarles. 14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rotas sus ropas, se lanzaron a la multitud, dando voces,
Delante de la posada aguardaban Primitivo y Julián; aquél con su cara de metal, enigmática y dura, éste con el rostro dilatado por afectuosísima sonrisa. Nucha le saludó con no menor cordialidad. Bajaron los equipajes, y Primitivo se adelantó trayendo a don Pedro su lucia y viva yegua castaña.
Los barcos de la flota que Kubilai-Kan envió a la conquista del Japón, dispersos e impulsados por una tempestad, pudieron llegar acaso al Fusang misterioso; pero de seguro que jamás volvieron de allí trayendo nuevas de lo que habían visto.
Palabra del Dia
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