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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Era Flor de Río Negro, que enseñaba á tirar el lazo á Watson, riendo de la torpeza del gringo. Como Torrebianca iba todos los días puntualmente á dirigir les trabajos de los canales, Ricardo gozaba de más libertad, empleándola en seguir á la niña de Rojas en sus correrías.

De ella pudiéramos acusar á Felipe II, si dijo como se cuenta al saber la victoria de Lepanto, mucho ha aventurado D. Juan: pero la magnanimidad del mismo monarca se manifiesta cuando atribuye á los elementos desencadenados, y no al poder de sus enemigos ni á la torpeza de sus generales, la pérdida de la Armada invencible.

¡Ah, tío Manolillo! mucho y grave es lo que á me sucede dijo compungido el cocinero mayor. Sois el rigor de las desdichas, Montiño, y por vuestra torpeza y vuestra cobardía hacéis esas desdichas mayores; y esa horrible codicia... Yo creía que veníais á otra cosa, tío Manolillo dijo el cocinero , y no á reñirme por desgracias que yo no he podido evitar.

Aparte de Juan, no toleraba en su cuarto más que a su mujer y a su hija, y no quería ser cuidado y servido sino por ellas. Como enfermero, Jaime no servía; su padre no podía tolerar la torpeza de sus movimientos. El joven era naturalmente brusco, y a pesar de su buen deseo, se adaptaba poco a las circunstancias: los muebles, las porcelanas, los vasos temblaban a su aproximación.

El capitán era un bárbaro, como todo capitán negrero de esa época. Allí, al que faltaba, ya se sabía, lo azotaban como a un perro. Zaldumbide tenía un chicote retorcido, con el cual él mismo daba un castiguillo. Llamaba así a pegarle a uno hasta dejarle desmayado. En general, Zaldumbide castigaba la mala intención, pero casi nunca la torpeza.

¡Señora! Y sin duda, como servís en cuerpo y alma al duque de Lerma, le habréis avisado de que yo me habría perdido, y si no se ha revuelto mi cuarto es porque, menos ciega en vuestra segunda entrada, dísteis conmigo durmiendo. El duque de Lerma, sin embargo, puede haber tomado tales medidas que comprometan mi decoro, y todo por vuestra torpeza.

Por milagro salió con vida de sus aficiones de lidiador; y lo más cruel era que las gentes reían de sus desgracias, encontrando un placer en verle pateado y destrozado por los toros. Al fin, su torpeza testaruda cedió ante la desgracia, conformándose con ser el acompañante, el criado de confianza de su antiguo camarada.

Don Juan no incurrió en la torpeza de volver al cuarto de la señorita Moreruela a la noche inmediata, ni a la siguiente, ni a la otra: dejó pasar algunos días, hasta que hubo estreno en que ella trabajase; de modo que al verle entrar en su cuarto no sospechó que fuese por visitarla, sino con ocasión de la obra nueva.

Claro está que si cometo la torpeza de pintárselo como un héroe, ella no podrá menos que enamorarse. "Decididamente mi opinión es esta: con el recuerdo de la ocasión en que se hablaron con tanta galantería, el año pasado, los dos se habían llenado la imaginación y deseaban volverse a ver; se vieron y la pasión no se produjo. Yo deseo infinitamente que así sea.

La señora, fatigada, sin duda, del silencio en el que se perdían sus palabras, fue a sentarse ante un piano de cola, y las teclas, heridas con viril empuje, lanzaron el ritmo alegre de unas malagueñas. ¡Olé!... Eso está güeno; pero mu güeno dijo el torero repeliendo su torpeza.

Palabra del Dia

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