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El licor parecía repeler cierta torpeza mental que se reflejaba en la lentitud de sus palabras, dando nueva luz á sus ojos y mayor soltura á su lengua. Dejó de hablar en francés para preguntar en español: ¿De dónde es usted? He conocido por su acento que es americano... americano del Sur. ¿De Buenos Aires tal vez?...

¡Eh! acertádolo habéis; tenéis razón... he sido torpe, porque no he podido prever que la tal ninfa se enamorase de tal modo de vos. ¡Milagro! apuesto á que hacéis de ella una Magdalena; aunque os lo repito, estoy seguro de que habéis cometido una torpeza... seréis capaz de haberla dicho que herísteis á don Rodrigo. Pues os habéis equivocado de medio á medio. ¿Pues quién ha sido?

También habían llamado a su camarote, equivocándose de puerta, para proponerle por el ojo de la cerradura algo monstruoso, que no acabó de entender en la torpeza de su sueño interrumpido. Munster ocultaba su cólera con una sonrisa de resignación.

El licenciado Polo le responde, Que no quiere èl hacer esa torpeza: Que no halla derecho, ni por donde A aquel Inca cortarle la cabeza; Y que si causa él tiene, y no la absconde, Se la muestre, y harálo sin pereza: Mas sin otro recado, que no quiere Ponerse al riesgo y mal que le viniere.

Viendo doña Manolita que no había manera de remediar su torpeza, y apuradísima de haber irritado tanto a doña Luz, a quien quería de todo corazón, no pronunció una sola palabra más; pero lloró y sollozó como si le hubiese sobrevenido la más cruel desgracia.

Está bien; ¡ya no saldría Pampa! Entró en el comedor, sin chistar, y puso la mesa con el orden y simetría de siempre: en la cabecera, el cubierto de don Pablo Aquiles; en el lado de la derecha, el de misia Casilda, y a la izquierda, el del niño; luego, los vasos, el pan, la servilleta... nada olvidaba, y si, por acaso, cometía una torpeza, allí estaba la muñeca de porcelana, vigilante en el sofá.

Pero, tío... replicó el joven, que no comprendía una sola palabra. Nada, nada; no hablemos más de esto; lo quiere ella... en buen hora. Juan Montiño no se atrevió á aventurar ni una sola palabra más, por temor de cometer á ciegas una torpeza, y se encerró en una reserva absoluta, en una reserva de expectativa.

Vistiendo un traje de corte sastre que ella había desechado en París y asombraba aquí á todos por su elegancia, se dedicó con los guantes puestos á la limpieza y arreglo de la casa, marchando al frente de la mestiza gorda y sus dos acólitos. Cuando intentaba predicarles con el ejemplo, se hacía visible inmediatamente su torpeza para esta clase de trabajos.

Si la ignorancia tenía las alas cortadas al deseo o la castidad sujetaba a la naturaleza, ni él mismo lo sabía; que no sintiendo torpeza, no tuvo ocasión de combatirla.

Hubo un momento en que pensé que eras el que habías impulsado á ese badulaque, pero la torpeza de su conducta me probó claramente que obraba por su propia iniciativa. Yo no os quiero mal, Bobart.