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Desmontábase el ganadero, y sacando de las alforjas un pedazo de chocolate, se lo daba a Lobito, que movía agradecido el testuz, armado de unos cuernos descomunales. Con un brazo apoyado en el cuello del cabestro, avanzaba el marqués, metiéndose tranquilamente en el grupo de toros, que se agitaban inquietos y feroces por la presencia del hombre. No había cuidado.

¡Hola! ¿ aquí? gritó Mistral, arrojándoseme de un salto al cuello. ¡Qué buena idea has tenido de venir!... Justamente, hoy es la fiesta de Maillane. Tenemos la música de Aviñón, toros, procesión, farándula; esto será magnífico... Mi madre volverá pronto de misa, almorzaremos y, después, a ver cómo bailan las muchachas bonitas.

Frecuentemente su ganancia es de cincuenta por ciento, y á veces muy superior, cuando el primer Espada ó Matador es alguna de las grandes notabilidades del arte, príncipes de la carnicería heróica. No pretendo hacer una descripcion completa de las corridas de toros.

Los genios vivos, los temperamentos exaltados, no causan temor como los «toros claros». Hay casi siempre en ellos un espíritu justiciero, que aunque exagerado y adulterado por la pasión, no acaba de hacerles antipáticos.

Se recibió la Real Orden para gastar 3000 reales en la fiesta de San Francisco de Borja de la cantidad concedida para la del Santo Rey don Fernando. Sábado 30 de Septiembre y lunes 2 de Octubre, hubo cañas y toros en la Plaza de San Francisco á que asistió el Cabildo de la Santa Iglesia en el sitio de la ciudad en dos arcos y medio.

Desde la corrida de Pascua de Resurrección en Sevilla la primera importante del año taurino que andaba Gallardo de plaza en plaza matando toros. Después, al llegar Agosto y Septiembre, tendría que pasar las noches en el tren y las tardes en los redondeles, sin tiempo para descansar.

Hecha la señal, al cabo, las cuadrillas entraron en la arena al son de la marcha de la zarzuela Pan y toros: salían, como de costumbre, formando tres filas, al frente de cada cual iba el respectivo espada. Al verlos estalló un prolongado aplauso.

Por todas las razones que dejo expuestas me atrevo yo a decir que las corridas de toros sobre ser filantrópicas, son patrióticas y regeneradoras, y que, por lo tanto, deben ser aprobadas y hasta celebradas y fomentadas. Veamos ahora si las condena y si justamente las anatematiza la piedad que debe inspirarnos todo ser viviente, sensible al dolor, aunque no sea racional como nosotros.

¡Ahí le tienes! dijo el señorito a su aperador, señalándole al guitarrista. El señó Pacorro, alias el Águila, el primer tocador del mundo. ¡El Guerra, matando toros, y mi amigo con la guitarra!... ¡el disloque!

Guardaba los toros adquiridos por el empresario, unas veces en la dehesa de la Muñoza, otras, cuando el calor era excesivo, en las praderas de la sierra de Guadarrama. Los traía al encierro dos días antes de la corrida, a media noche, atravesando el arroyo Abroñigal, por las afueras de Madrid, con acompañamiento de jinetes y vaqueros.