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Y con su suave acento y sus modestos meneos disimulaba y contenía el impulso feroz que hace a la gata rabiosa tirarse a los ojos del contrario; diose al fin Currita por satisfecha y marchóse, dejando a su parecer a la dama duende confundida y humillada.

Felizmente, dos dependientes del embarcadero que vieron al viejo tirarse al agua, habían saltado en un esquife y bogaban con toda fuerza hacia aquel sitio. Pocos segundos más, y hubiera perecido. Izáronles a los dos. El viejo en mal estado, con mucha agua dentro del cuerpo. Le pusieron cabeza abajo y se la sacaron como pudieron.

Solamente cuando cruzábamos el bosque y la luz de los faroles del carruaje, al reflejarse sobre los troncos húmedos de los árboles, enviaba cierta claridad al interior, pude distinguirla acurrucada, hundida, en el rincón opuesto al mío; se habría dicho que trataba de romper el obstáculo para tirarse a la carretera. ¡Dios mío! ¡Pobre criatura!

Es de advertir que Perico, aun siendo de los que más ayudaban a engrasar y bruñir con la pomada de su pelo y el frote de sus lomos los bancos de gutapercha, no realizaba el tipo clásico del jugador que anda en estampas y aleluyas morales y edificantes. Cuando perdía, no le ocurrió jamás tirarse de los cabellos, blasfemar ni enseñar los puños a la bóveda celeste.

eres de otra raza; vienes de abajo, del Sur, de un país de sol y de cielo azul, donde la dulzura de la vida hace pensar menos en el dinero, y se mata por amor, y, se quiere tanto á la mujer... ¡tanto! que á veces se la da de puñaladas para tirarse luego del pelo ante su cadáver. Sois unos animales más vehementes, más complicados é interesantes que los de aquí.

Arrepintióse al punto; había oído ella que las cosas santas no deben tirarse, sino quemarse, y volviólo a recoger todo de la misma manera para no tocar la reliquia, y fue a echarla entonces en una chimenea encendida que ardía en un ángulo. Otra vez lanzó, sin poderlo remediar, una mirada a hurtadillas, con medroso recelo, a la pálida cabeza del fraile muerto.

La disputa acabó por tirarse las copas á la cara, y no debieron andar por el aire las copas solamente, sino alguna botella, porque uno de los contrincantes tenia una herida bastante profunda, hácia la quijada derecha.

La aguadora estaba saboreando su frugal comida, y el estanquero dormitaba echado de bruces sobre la piedra de probar la moneda. De repente llegó el coche de Paz y se detuvo junto al paseo ancho. Vámonos dijo ésta viendo tirarse al lacayo del pescante.

Ya se aburrían los grandes de estar en la mesa; no así los niños. Ni a tres tirones se levantarían ellos, cabalmente en el feliz instante en que era lícito tirarse confites, comer con los dedos, hacer, de puro ahítos, mil porquerías y comistrajos con su ración.

Después de revolcarse en el suelo con epiléptica contracción de brazos y piernas, y de golpearse la cara y tirarse de los pelos, lanzando exclamaciones guturales en lengua arábiga, que Benina no entendía, rompió a llorar como un niño, sentado ya a estilo moro, y continuando en la tarea de aporrearse la frente y de clavar los dedos convulsos en su rostro.