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Abandonando, con un disgusto manifiesto, aquel interesante tema, el portero preguntó cómo era la muchacha a quien se refería. Cuando el otro le hubo hecho una descripción de su exterior, dijo: Ya caigo. Es la señorita Ivanov. Viene a ver a sus amigos del tercero derecho... No deben tirarse las colillas al suelo; ¡no las barrerás después!

Ni corto ni perezoso, Felipe fue el primero en tirarse a fondo con intrépida torpeza, que Amaury aprovechó para darle un bote y desarmarle, arrancándole de la mano el arma, que fue a parar buen trecho lejos de su dueño. Le hacía a usted algo más diestro, Felipe dijo Amaury con tono irónico, no exento de amargura, porque en el fondo le repugnaba aquella superioridad que no deseaba.

A los vagabundos que no tienen domicilio fijo y duermen en las posadas les cuesta siete u ocho duros al mes y no tienen casa en realidad, sino una yácija para tirarse de noche. Notad qué importancia adquieren estos menesteres de dormir y comer en la contemporánea literatura de costumbres. El aprendiz de literato añade la musa de la alimentación a las otras nueve hermanas.

Todos los días dedicaba un par de horas por la mañana, y otro por la tarde, a tirarse a fondo, que fué lo único que le permitió hacer el profesor en los dos primeros meses. El resultado notabilísimo de este ejercicio fué que al cabo de algún tiempo no sabía si sus piernas eran verdaderamente suyas o de otro bípedo racional como él.

Don Lope, que verse sujetado, apostrofado, desasirse, tirarse a fuera y poner una daga en la mano, todo fué uno, no hubiera escapado de alguna grave herida del furioso golpe de Muley, a no llevar vestido bajo la ropa un fuerte jaco milanés. Reparado así tal golpe, la revuelta comenzó encendidamente, pues los moriscos a una voz decían: Favor a nuestro príncipe Muley, muerte a los castellanos.

Además añadió con la voz preñada de lágrimas , su madre de usted no me quiere.... Ha dicho que yo soy una chica mala ... que ando tirando piedras. Su madre de usted no me quiere ... usted tampoco. Sólo mi padre me quería y yo voy a reunirme con él. Y la chica, en un momento de arrebato, se acercó al acantilado con intención de tirarse al mar; yo la cogí de un brazo y la retiré de allí.

«No sospechaba aquel ciego, tan inoportunamente alegre y decidor, que su amigo, su mejor amigo, al romper la marcha el tren había tenido tentaciones de arrojarse al andén; y después, de tirarse por la ventanilla a la vía, y correr, correr desalado a Vetusta, entrar en el caserón de los Ozores y coser a puñaladas el pecho de una infame...».

Alguno de ellos llegó á ofrecer por él dos onzas de oro; pero estaba tan lejos Pedro de enajenarlo á ningún precio, como de tirarse á la mar. Porque aunque no le escaseaba los puntapiés, tal cariño le profesaba, que primero le faltara el pan á él que á su perro. Razón poderosa tenía, pues, el Canelo para adorar á su amo y no separarse de su lado ni de día ni de noche.

Maravilló mucho que doña Rebeca escuchase el severo sermón de su hijo sin tirarse de los pelos ni recitar siquiera un mal refrán, y que, por remate de cuentas, Carmen estrenase en paz sus lindos trajes y saliese a paseo a la Estación, después de la misa mayor del día de los Santos. La miraron aquella mañana en el pueblo como a una desconocida; parecía otra.