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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Los hombres del Norte, que necesitan el tronco ardiente y la bebida alcohólica para defender su vida de las mandíbulas del frío, pensaban á todas horas en las riberas mediterráneas. Todos sus movimientos belicosos ó pacíficos eran para descender de las orillas de los mares glaciales á las playas del mar tibio.

Atravesé furtivamente, como un criminal, las galerías vacías y sonoras, guiándome lo mejor que pude en las tinieblas; llegué al fin al salón, donde la había visto por primera vez. Ella y su madre lo habían dejado, hacía apenas una hora; su presencia reciente se manifestaba aún por un perfume dulce y tibio, que me embriagó súbitamente.

Lo que diré, es que si una sala era lujosa, otra lo era más, y que el primor iba en aumento conforme se pasaban salas. Maravilloso silencio y sosiego apacible reinaban en todas ellas. No se veía ni un alma. Soledad y dulce misterio. Rica y leve fragancia de perfumes sabeos impregnaba el tibio ambiente. « ¿Qué será esto? decía Mutileder para su coleto. ¿Dónde me llevará esta buena señora

A la mañana siguiente, cuando María Teresa se despertó, hacía un sol bellísimo. El aire tibio penetraba en su cuarto, cargado de brisas marinas y del perfume de las flores. Ante la belleza del día, todas sus preocupaciones se disiparon.

Este paseo iba recordando a Francisco sus desvanecidos ensueños de ternura y toda sus ilusiones muertas... Tenía para él la melancolía de los crepúsculos de otoño, y también el tibio perfume de un ramo de violetas medio mustias.

Es que me siento vencido en esta lucha suprema, y no hallo un amante seno donde apoyar mi cabeza, y á cuyo tibio calor resuciten mis ideas; es que veo, á mi pesar, cerradas todas las puertas, y sólo me ofrece asilo la muerte... Quizás en ella, al otro lado del manto que la eternidad nos vela, mi alma que triste y doliente su camino hace en la tierra, podrá conseguir su anhelo: encontrar su compañera.

A ti digo, ¡oh sol, con cuya ayuda el hombre engendra al hombre!; a ti digo que me favorezcas, y alumbres la escuridad de mi ingenio, para que pueda discurrir por sus puntos en la narración del gobierno del gran Sancho Panza; que sin ti, yo me siento tibio, desmazalado y confuso.

Como su situación y la de aquella desdichada era casi la misma, pensó que podía haberse hallado en caso igual; tuvo miedo, tembló por , y se estremeció ante la idea de dejar sin madre a aquel pedacito de su alma concebido entre placeres, parido entre dolores, que allí dormía puestos los labios en su pecho y acogido al calor tibio y cariñoso de su cuerpo.

No si usted ha sufrido una impresión semejante; pero cuando ella me extendió la mano y nos miramos, sentí que por ese contacto tibio, la espléndida belleza de aquellos ojos sombríos y de aquel cuerpo mudo, se infiltraba en una caliente onda en todo mi ser. Cuando salimos, Vezzera me dijo: ¿Y?... ¿es como te he dicho? le respondí.

Así permaneció sin osar mover un pie, la faz blanca, los ojos anegados en gozo extático como si estuviese en un baño tibio y perfumado. Súbito dio un paso atrás, corrió a la puerta del gabinete, la entreabrió, asomó la cabeza y escuchó. Josefa seguía en la cocina. La cerró nuevamente y volvió en puntillas a la alcoba. Detúvose un instante, y avanzó después hasta tocar en la cama.

Palabra del Dia

hociquea

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