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Actualizado: 17 de mayo de 2025
A pesar de la intranquilidad de su corazón, hizo, sonriendo, un signo de cabeza afirmativo, y le tendió la mano, la pequeña mano fuerte y confiada que, si él era digno, le entregaría en breve, como esposa. El salón, lleno de animación y alegría algunos minutos antes, quedó solitario y silencioso. Solamente los perfumes que flotaban aún en el aire tibio, revelaban el paso de las lindas visitantes.
Un rocío tibio mojó su cuello; unos brazos nerviosos de pasión abarcaron su tronco informe, como si fuesen á mecerle.... ¡Mamá!... ¡Oh, mamá! ¡Hijo mío! ¡hijo mío! Durante su último año en la Universidad de mujeres donde hacía sus estudios, la impetuosa Mina Graven expresó siempre el mismo deseo.
Un año justo hacía que había ido por vez primera a Villanueva cuando volví a él atraído por una carta del doctor, en la cual me decía: «En la vecindad se habla de usted y el otoño es soberbio; venga usted.» Llegué sin hacerme esperar, y cuando una noche de vendimia, después de un día tibio, de espléndido sol, en medio de iguales ruidos que antaño, traspuse, sin anunciarme, los umbrales de Trembles, vi que la unión de que he hablado estaba formada y que la ingeniosa ausencia la había operado sin nosotros y para nosotros.
Y este estremecimiento de huracán invisible parecía más extraño en el ambiente cerrado y bien calafateado de los salones, cada vez más denso y tibio por la respiración de las gentes, el humo de los cigarros y el vaho de las tazas.
Las palomas ni por un instante soñaron con acercarse a él; ninguna intentó siquiera ponerse sobre la tabla que, a guisa de recibimiento, tenía delante. El día era demasiado espléndido para meterse en casa; un día tibio y claro de primavera en Castilla. Por el ventanillo del palomar, con toda precaución y cuidado, asomó el rostro un hombre; un rostro atezado, varonil, de bigote gris.
En la calle, el sol de Noviembre, tibio y dulce como un sol primaveral, hacía resaltar bajo su lluvia de oro las casas blancas, de verdes balcones, recortando la línea de sus azoteas africanas sobre un cielo de intenso azul. Montenegro vio venir hacia él un airoso jinete en traje de campo.
Más encantadores son aún estos dramas pequeños de la naturaleza inanimada, cuando toman parte en ellos animales ó plantas. Atraído por lo tibio del aire, acércase revoloteando la mariposa, mientras la planta, caída con la tierra desmoronada desde lo alto de la roca vecina, aprovecha el corto reposo de vida para arraigar otra vez y enseñar al sol su última corola.
Ojalá olviden, ahí, lejos de nosotros, la pasión que mi hermano y yo les hemos inspirado. Quiera el cielo que, ya que no se tengan un amor muy fervoroso, lo cual no es posible cuando se ha amado con fogosidad a otras personas, se cobren mutuamente aquel manso y tibio afecto, que es el que más dura y el que mejor conviene a las personas casadas. A mí, entretanto, todavía no me ha pasado el susto.
Al agua de lluvia ó las montañas de nieve medio derretida que el tibio chubasco ha hecho desprender de las laderas, se mezclan los restos fangosos, las piedrecitas y los fragmentos de roca caídos de los flancos del monte.
Supongamos salga en todo acertada la comedia: que agrade la maraña; que deleyte el verla; que regozije la graciosidad, solo con un tibio buena es, queda satisfecho el trabajo: y este no de todas lenguas, por que es casi imposible agradar á tantos y tan diversos caprichos.
Palabra del Dia
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