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Actualizado: 21 de julio de 2025


Doña Cristina también había perdido su primitiva inquietud al transcurrir el tiempo y se mostraba satisfecha, sonriendo modestamente ante las amigas que la felicitaban por este rasgo de independencia conyugal, para mayor gloria de Dios. El elogio del Padre Paulí valía por todos los terrores que le había hecho sufrir el gesto hosco de su marido.

Nos atormentaremos y no nos entenderemos. Usted llama terrores desatinados al santo temor de Dios, desesperación al menosprecio del mundo, y locura á la humildad cristiana y al recelo de caer en tentación y de faltar á los deberes. Usted considera muerte la vida que en este mundo se asemeja más al vivir de los ángeles. ¿Cómo, pues, hemos de entendernos?

Había adivinado tardíamente sus terrores y sus penas. La muerte llegaba implacable, sin darle acaso tiempo para reparar su fatal error, fruto de tantas meditaciones, y que ya antes de consumarse causaba a Carmen una desolación tan profunda.... Todo lleno de espanto, el corazón de Carmencita se le subió a los labios para gritar con afanosa ternura: ¡Padre!...

No se le curó el miedo; en cambio le quedó desde entonces una propensión fatal a los síncopes y a los terrores nocturnos. Despertábase de improviso con señales de gran espanto, mirando fijamente a un punto del espacio, como si tuviera delante algún fantasma. El corazón le palpitaba vivamente, la frente se le cubría de sudor. En tales momentos perdía por completo la conciencia.

El ansia, la zozobra, los terrores súbitos, las esperas prolongadas, los momentos supremos de angustia, los esfuerzos de ingenio para buscar recursos, los rasgos de osadía, el drama, en fin, del amor perseguido con todo su aparato de misterio y disimulo, le placía sobremanera.

Después de todo ¿no podía él intentar lo que otros realizaban? ¿Tan aventurado sería el imitar su ejemplo? Acaso sus terrores eran iguales á los de los que en otro tiempo hacían testamento antes de montar en el tren. El progreso, pensaba, lo ha simplificado y facilitado todo. Los viajes por mar eran partidas de placer reservadas solamente á los millonarios célebres por su lujo y su confort.

Clara luchó denodadamente en los días sucesivos contra sus negros presentimientos, contra sus terrores, contra la sangrienta visión que las palabras de la marquesa habían dejado en su mente. Se mostró con su marido cariñosa y solícita hasta el exceso, procurando envolverle en una red de atenciones.

4 Mi corazón está doloroso dentro de , y terrores de muerte han caído sobre . 5 Temor y temblor vinieron sobre , y terror me ha cubierto. 6 Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! 7 Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. 8 Me apresuraría a escapar del viento tempestuoso, de la tempestad.

Apenas se podía soñar con su presencia en aquellos palacios fantásticos edificados en un momento por los rayos del sol en las resplandecientes cúspides y no menos rápidamente desaparecidos como ensueños ó vanos espejismos. Dioses y genios son las personificaciones de cuanto tiene y de cuanto desea el hombre. Todos sus terrores y todas sus pasiones tomaban en otro tiempo sobrenatural forma.

Me así del borde de la mesa para no caer. ¡Vamos! ¡valor, valor! murmuró él poniéndome la mano en el hombro. La fiebre, ese terrible huésped, está allí y no es tan fácil despedirla. Yo apreté los dientes: no quería que me viera temblar. Ya había oído hablar con frecuencia del peligro de la fiebre puerperal, aunque no pudiera formarme una idea de sus terrores. ¿Roberto lo sabe?

Palabra del Dia

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